Bienal

Alfredo Lagos, el alma de una guitarra desnuda

  • El espectáculo que el jerezano ha presentado en la Bienal es un viaje por las posibilidades de la guitarra flamenca actual

Alfredo Lagos, en su actuación en el Espacio Turina.

Alfredo Lagos, en su actuación en el Espacio Turina. / José Ángel García

El guitarrista Alfredo Lagos (Jerez de la Frontera, 1971), ha vuelto a demostrar en el Espacio Turina, en su cita con la Bienal de 2022, que es uno de los nombres esenciales del Flamenco actual, poseedor de un talento, sensibilidad y hondura sólo al alcance de unos pocos elegidos. Un artista que demuestra su trayectoria y talento cada vez que sus dedos aprietan las cuerdas de su guitarra, y se funden en un todo armónico e hipnótico.

Desde principios de siglo, Lagos ha colaborado con lo más granado de la escena flamenca de las últimas décadas, destacando su estrecha relación con la familia Morente, con Estrella y el legendario Enrique, muy especialmente. Sin olvidar sus trabajos junto a nombres como los de Carmen Linares, Manuela Carrasco, Rocío Molina, Israel Galván, Rosalía o Miguel Poveda, atreviéndose incluso con incursiones en otros lenguajes musicales, como son los casos de Gloria Gaynor o Ute Lemper. Además, Lagos ha publicado dos discos: Metamorphosis, en 1997 y Punto de fuga, en 2017. Esta extensa ya trayectoria ha sido merecedora de algunos galardones de gran trascendencia, como los concedidos por la revista Flamenco Hoy o el Giraldillo al Toque, en la pasada edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla, en el año 2020.

Motivos más que suficientes para que la actuación de Alfredo Lagos fuese una cita esperada en la presente edición de la Bienal. Sobre el escenario del Espacio Turina, solos el guitarrista y su instrumento, y dos sobrias sillas de mimbre, en una puesta en escena minimalista, escueta, muy definida en su sencillez, dominada por el negro, por la que no han desfilado ni tacones ni palmas ni otros acompañamientos. Sólo Lago, al desnudo, como si quisiera homenajear al título de este ciclo, denominado Guitarra desnuda, desplegando un repertorio que casi puede entenderse como un proyecto de evolución en marcha, a tenor de lo ofrecido. Porque Alfredo Lagos ha expuesto su manera de entender la guitarra flamenca actual, partiendo del pasado, de la tradición, y proponiendo por dónde debe dirigirse hacia el futuro. Una viaje de la memoria al presente.

Son muy hermosos los sonidos que Lagos extrae de su guitarra, combinando la sensualidad con la fuerza, la tensión con la delicadeza y la precisión con el sentido del ritmo. En una misma pieza es capaz de trasladarte a su Jerez natal y embarcarte en un trayecto al otro lado del Atlántico, gracias a los matices con los que impregna su toque. Soleás, seguirillas, piñatas o guajiras desfilaron por un recital compuesto por ocho piezas, que encandilaron al público asistente, entregado desde el primer minuto al maestro jerezano. Antes de la despedida, un emocionado Alfredo Lagos tomó la palabra para dedicar su actuación a su madre, “que con 81 años rara vez sale de noche de casa”, y agradecer a la Bienal la creación de este ciclo, Guitarra desnuda, y desear que siguiera estando presente en la programación en el futuro. Como despedida a una entregada sala, que no llenó el Espacio Turina, una bulería majestuosa y vibrante, repleta de luz, que propició una larga ovación final y entusiasmados vítores al guitarrista de Jerez de la Frontera.

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