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Mamífera | Crítica

(No) Voy a ser mamá

Enric Auquer y María Rodríguez Soto en una imagen del filme.

Enric Auquer y María Rodríguez Soto en una imagen del filme.

A Liliana Torres la dejamos buscando a sus ex-parejas por el mundo intentando descubrirse a sí misma en ¿Qué hicimos mal? A María Rodríguez Soto la vimos afrontar su embarazo y dar a luz (a su propio hijo) en Los días que vendrán, la cinta de Carlos Marqués-Marcet.

Ambas parecen fusionarse ahora en un personaje de ficción con trazos autobiográficos que también es representativo de un cierto tipo de mujer contemporánea en la frontera de la cuarentena, o sea, en la edad límite, que cuestiona y desafía desde su propio proceso psicológico todas esas inercias e influencias ambientales y culturales que la empujan a formar una familia y ser madre cuando sus amigas ya lo son y ella se ha quedado al margen por decisión propia.

Despejada de toda mirada moralizante y siempre consecuente con su protagonista, sus dudas y altibajos, Mamífera se abre así al retrato femenino de una crisis inesperada en la cuenta atrás de los días previos a la decisión definitiva y en las claves de un drama realista y generacional capaz de alternar la (auto)reflexión y el debate con el humor, la frustración o el constante acecho del arrepentimiento.

En este sentido, gran parte del mérito descansa en la capacidad de Rodríguez Soto para encarnar en solitario esos vaivenes emocionales y enfrentarse a esos interrogantes que son a un tiempo los de su personaje y los de muchas mujeres, también para reflejarse en el espejo de su pareja, un prototipo de la esa nueva masculinidad empática y sensible que Enric Auquer encarna con una convicción que roza el idealismo. Algo menos interesante en el conjunto resulta el juego lúdico à la mode que busca cierta sublimación del drama en sueños, pesadillas y obsesiones tratados a la manera de collages animados.