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El Tintín español

  • 'Cuto' es una serie de historietas de aventuras creada por el gran Jesús Blasco en 1935. El autor es uno de los primeros dibujantes nacionales que ha triunfado en el extranjero

Detalle de la portada del volumen.

Detalle de la portada del volumen.

Jesús Blasco (Barcelona, 1919-1995) es uno de los grandes del cómic mundial de todos los tiempos, y de los primeros dibujantes españoles en triunfar en el extranjero, sobre todo en Gran Bretaña (Zarpa de Acero).

Jesús Blasco forma parte de la primera generación de historietistas españoles que, tomando como modelo a los autores americanos de los años treinta, se dedicarían al cómic de forma profesional.

Cuto es una serie de historietas de aventuras creada por Jesús Blasco en 1935, y protagonizada por el personaje homónimo, que, a lo largo de los años cuarenta se publicó en las páginas de la revista Chicos.

El origen del protagonista se encuentra en una serie de historietas que Jesús Blasco publicó en 1935 en la revista Boliche, titulada Cuto, Gurripato y camarilla, que relataba las travesuras de un grupo de chicos, dirigidas al policía de su barrio. El autor se basó para crear la fisonomía de Cuto en la de su hermano pequeño, Alejandro Blasco. La serie tenía un grafismo caricaturesco y estaba dirigida al público infantil.

De ahí pasó el personaje a la revista Chicos, donde protagonizó breves historietas humorísticas autoconclusivas, una serie de cuentos, y una novela por entregas. Es el niño aventurero más emblemático de la historieta española (comparable en este aspecto con Tintín, con quien también comparte el gusto por los pantalones bombachos).

Cuto es un niño español, aunque vive en San Francisco. Trabaja como periodista (otro punto en común con Tintín), lo que le lleva a enredarse en numerosas intrigas policíacas y de espionaje internacional. Sus aventuras transcurren en lugares exóticos, y apenas hay otra conexión con España que la nacionalidad del personaje.

Chicos fue una de las más importantes revistas de la historia del cómic español, y de las pocas que desafió, aunque fuera tímidamente, a la censura franquista.

Cuto es como cualquiera de los lectores de Chicos, pero no vive como ellos: se pasea y habla con chicas, conduce todo tipo de vehículos, viaja por el mundo, se enfrenta a dictadores en los años cuarenta... Pero, claro, como era un niño no pasaba nada, y coló.

En esto fue revolucionario: en vivir los sueños de la calle; en dar voz de forma alegre a ese tiempo de silencio, al largo silencio de la época.

Es divertido ver la rapidísima evolución del personaje, en tan solo seis aventuras y menos de tres años. Con estilo caricaturesco, en El pequeño policía (1940-1941) el modelo es Mickey Mouse, mientras que para El Mundo perdido (1942-1943), el compañero de Cuto ya es de estilo realista a imagen de los dibujos de Alex Raymond.

Con solo quince años, Jesús Blasco ganó un concurso de historietas de la revista Mickey que le abrió las puertas de la industria. Y era tan bueno, que el cómic español se le quedó pequeño enseguida, siendo uno de los primeros dibujantes españoles en triunfar fuera de nuestras fronteras.

Fue tal el éxito de Jesús Blasco que sus hermanos Pili, Alejandro y Adriano decidieron seguir sus pasos formando una de las familias de dibujantes más célebres de la historia. Los hermanos trabajaron por separado hasta 1953. En los años cuarenta, Jesús muestra una actividad y una evolución increíbles, al mismo tiempo que en las páginas de Chicos y de Mis Chicas (la versión para niñas) aparecen progresivamente Pili Blasco, Alejandro Blasco, y Adriano Blasco.

Hay que tener en cuenta que eran adolescentes cuando empezaron a publicar, igual que lo había hecho Jesús antes de la guerra. Pero hay una diferencia: Jesús se espabiló solo, mientras que sus hermanos pequeños lo tuvieron siempre a él como modelo. Lo admiraban mucho, y reconocían su autoridad.

Aliados Alejandro y Adriano con él, Jesús podría producir el triple con su precio, en lugar del precio de sus hermanos, que era más bajo. Además, Alejandro y Adriano individualmente no habrían tenido tantos encargos. Sobre la forma de trabajo, Adriano hacía primero los esbozos a lápiz, Alejandro se dedicaba sobre todo a los fondos y Jesús fue siempre el responsable del entintado y acabado final.

Cuando en los años noventa, la Biblioteca Nacional de París dedicó una gran exposición a los maestros de la bande dessinée del siglo XX, Blasco fue uno de los cincuenta creadores mundiales destacados en la muestra.

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