Lo que más quería en el mundo Emilio Porras Castro era que su hijo, Eloy Porras Cebrián, se convirtiera en ingeniero agrónomo y que cursara estos estudios en la Universidad de Córdoba (UCO). Así lo hizo el joven, que fue alumno de la séptima promoción de Ingenieros Agrónomos. Sin embargo, “sufrió una enfermedad y murió relativamente joven”, según explica el actual director de la Escuela de Agrónomos y Montes de la UCO, Alfonso García Ferrer. Eloy Porras falleció a los 47 años el 11 de diciembre de 1998. Tal era la devoción de su padre por la institución académica y tan conmocionado se quedó tras la muerte de su hijo, que a la hora de hacer testamento instituyó a la Universidad cordobesa como su única y universal heredera. Emilio Porras murió en diciembre de 2008 dejando, por tanto, a la UCO en herencia 80.000 euros y un piso ubicado en la calle Damasco, en el barrio de Ciudad Jardín de la capital cordobesa. La excepción que impuso en su herencia fue que se constituyera una fundación con el nombre de su hijo y que los beneficiarios fueran, en exclusiva, los alumnos de la Escuela de Agrónomos.

Según la información facilitada por García Ferrer, la fundación se constituyó en marzo de 2008, mientras que la primera convocatoria de becas se ofertó para el curso 2009-2010. En lugar de sacar a la venta el inmueble, que se encuentra en una zona repleta de pisos de estudiantes de Córdoba, en la Escuela de Agrónomos se decidió “adecentarlo, cambiar el mobiliario y ofrecerlo en alquiler a los alumnos de familias con pocos recursos”, apunta García Ferrer. Para ello, se pintó por completo y se amuebló.

El piso, de cuatro dormitorios y dos baños, con aire acondicionado y calefacción, tiene cada año una “elevada demanda” por los estudiantes, apunta. Prueba de ello es su bajo coste, ya que los alumnos tienen que pagar 60 euros al mes. Eso sí, antes del comienzo de cada curso han de abonar una fianza de 250 euros, dinero con el que la Escuela de Agrónomos paga el suministro eléctrico y la limpieza general del piso una vez que concluye el curso académico. Eso sí, si al finalizar el periodo lectivo sobra dinero, éste se devuelve a partes iguales a cada alumno. El único homenaje que aún perdura en el piso a la familia Porras son dos cuadros, uno con el título de ingeniero de agrónomo y otro con el de bachiller de Eloy Porras Cebrián.

Juan Antonio Álvarez es uno de los cuatro estudiantes de Córdoba que vive este curso en el piso heredado por la institución académica. Natural de Álora (Málaga), este joven de apenas 19 años estudia Ingeniería de Montes y considera que este tipo de iniciativas son “muy buenas”, ya que representan “una recompensa para los alumnos”. Y es que, otro de los requisitos para poder vivir en la vivienda es tener buenas notas. Para el joven, la decisión que en su día adoptó Emilio Porras es “de valorar y digno de admirar”, ya que no es muy frecuente que una persona deje toda su herencia a una universidad. Este caso, además, es de los primeros que se ha registrado en el seno de la UCO. Sin duda, un buen ejemplo de los padrinos en la universidad aún existen.

José Antonio Conejo es otro de los alumnos que comparte el piso este curso, con un compañero de Granada y otro de la localidad cordobesa de Lucena. El joven, de 20 años y estudiante de Ingeniería Forestal, subraya la importancia de esta situación y se muestra sorprendido por la generosa herencia del ya fallecido Emilio Porras Castro. Reconoce que también que sólo por esta razón, el piso “requiere un cuidado especial” y, por ello, asegura que “intentamos hacer las menos fiestas posibles”. Todo sea por salvaguardar el legado de Eloy Porras Cebrián.