Tenis

Djokovic, como en 'La Terminal'

Djokovic, en un torneo reciente.

Djokovic, en un torneo reciente. / Efe

Nada hacía presagiar a Novak Djokovic que la foto que publicó con las maletas, preparado para partir hacia Melbourne, se convertiría en una maldición para él. El número uno del mundo, tras una cadena de polémicas, se encuentra aislado en una habitación, sin contacto con el exterior y retenido en la frontera australiana.

El mejor tenista del mundo no tiene contacto ni con su equipo, formado por Goran Ivanisevic y su fisio, el argentino Ulises Badio, entre otros, que esperan una resolución del conflicto en otra sala. Djokovic está incomunicado, sin teléfono, y en una sala custodiada por seguridad.

Esa es la realidad del serbio, que se las prometía muy felices cuando Australia le daba una exención médica para participar en el primer Grand Slam de la temporada, pero al que rápidamente se le iba a poner todo en contra. El primer revés lo permitió su propio anuncio, el que levantó las ampollas de tenistas, políticos y ciudadanos.

Djokovic, opositor declarado a la vacuna, recibía, junto a un grupo minoritario de tenistas, un permiso para viajar a uno de los países que más restrictivo ha sido con su población. Una exención médica basada en que se contagió de covid en los pasados seis meses.

No convenció a todo el mundo y el más duro con él fue el primer ministro australiano, Scott Morrison: "Si su evidencia médica es insuficiente, entonces no será tratado de forma distinta y se le enviará a casa en el siguiente avión". Sus propios compañeros tampoco le respaldaban. Jamie Murray, ganador de varios Grand Slam en dobles y hermano de Andy, ironizaba: "Si me pasa a mí, no me dan la exención".

Incluso algunos veían atónitos los toros desde la barrera. Tennys Sandgren, estadounidense y dos veces cuartofinalista del torneo, no intentó conseguir la exención porque no cumplía ningún requisito. A un júnior indio le denegaban el permiso, pese a que por su edad aún no podía haberse vacunado.

Pero el ruido a su alrededor no era el único problema de Djokovic, que aterrizaba en el aeropuerto de Melbourne rozando la medianoche. Un miembro de su equipo se equivocó al rellenar la solicitud de visado y eligió un modelo que no contemplaba la exención médica. El Gobierno de Victoria, estado en el que se celebra el torneo, no rebajó sus exigencias. Jaala Pulford, diputada del Gobierno de Victoria, avisó que no le darían el visado al serbio y le pasaba la patata caliente al Ejecutivo federal.

Las autoridades australianas retienen al de Belgrado durante horas, a la espera de una solución, mientras el padre del serbio, que nunca se ha caracterizado por sus declaraciones livianas, incitaba a la guerra.

"Tienen a mi hijo cautivo. Si no le sueltan en la próxima media hora, saldremos a las calles a por ellos", filtraba el padre de Djokovic a los medios de su país.

Mientras, su hijo permanecía en una habitación, sin posibilidad de abandonar el aeropuerto, en una escena propia de la película de Tom Hanks "La Terminal".

La conquista del vigésimo primer grande para Djokovic, nueve veces campeón en Melbourne, ha comenzado con una de las mayores polémicas de su vida y que puede servir como precedente de lo que ocurra en el resto de la temporada si Djokovic sigue sin vacunarse. Australia puede ser el comienzo de un infierno para el serbio, con Roland Garros en el horizonte y con Emmanuel Macron empecinado en "fastidiar" a los no vacunados.

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