El candidato es el mensaje

El dilema del votante de provincias

  • Con cinco diputados, Jaén es de las provincias donde el elector corre el riesgo de que su voto no sirva para nada. Unidas Podemos elige a Javier Sánchez del Pino, un candidato de poca batalla

Javier Sánchez del Pino con sus compañeros de candidatura.

Javier Sánchez del Pino con sus compañeros de candidatura.

JAVIER Sánchez del Pino es un joven de Jaén que no es nadie en especial, no es de esas personas llamadas a un liderazgo o a una fama que trascienda más allá de unos pocos de sus conciudadanos. Tiene cara de buen chico, está comprometido con la ecología, teme los efectos de la globalización, es una persona activa que ha participado en foros sociales europeos y firma en revistas que se llaman, por ejemplo, R-Existencia.

Quiere cambiar el mundo con afirmaciones tan bienintencionadas como ésta: “Andalucía sólo puede avanzar derrotando la tendencia que la ha instalado en una modernización subalterna a los intereses oligárquicos del centro y el norte y que ha dado lugar a una vida cotidiana de precariedad, salarios bajos y degradación social y ecológica. Podemos puede ser hoy expresión de una esperanza, comprendiendo las aspiraciones y las necesidades más radicales de nuestro pueblo, vinculándose sentimentalmente con el mismo, como quería Antonio Gramsci”.

No es que el votante medio jiennense esté muy familiarizado con Gramsci, pero sólo mencionar su nombre le pega un subidón a una parte de la izquierda. Gramsci sí que se enfrentó al fascismo. Al original, al de Mussolini, al de Italia. Penó en la cárcel por ello, donde envejeció joven y enfermó. Murió a los 46 años en 1937. Hasta qué punto esto se valora en Jaén lo sabrá Sánchez del Pino.

Sánchez del Pino, como tantos, es un profesor interino esperando oposiciones para dar el salto a funcionariado. Aunque viene a esta sección de candidatos a diputados, es casi seguro que no será diputado. Ninguna encuesta le sitúa en la Carrera de San Jerónimo. Y el mensaje de Unidas Podemos es ese. Es Jaén, da igual.

En las anteriores elecciones no daba tan igual. Sánchez del Pino ha ganado unas primarias (los inscritos y las inscritas), pero si Jaén, como en 2016, hubiera tenido un nombre como Diego Cañamero, el histórico dirigente jornalero que también ganó con los inscritos y las inscritas, Sánchez del Pino lo mismo ni se lo hubiera planteado. Cañamero salió, pero no fue muy activo. No tuvo intervenciones parlamentarias, hizo 23 preguntas escritas y una sola oral sobre el precio de la aceituna.

Pero Cañamero, ahora candidato a la alcaldía de su pueblo, que no está en Jaén, sino en Sevilla, El Coronil, era importante para Podemos. Tenía ese subrayado simbólico en un momento en que a Podemos se le votaba por los colores, eso que de vez en cuando confunde la política con la filosofía hooligan, ese fervor de irracional pasión futbolera que ahora posee Vox. Con ello Podemos consiguió lo que parecía imposible, que en Jaén, una provincia con sólo cinco diputados, alguien le discutiera los aburridos resultados históricos a los dos partidos grandes.

Aparte de los friquis que se han pasado de Podemos a Vox para sentir la misma adrenalina que en 2016 (son pocos, pero los hay), el votante de entonces de Podemos es ahora más reflexivo. Por eso Sánchez del Pino, en principio, no sale en ninguna encuesta. No es culpa suya, que quizá sería un diputado mucho más útil para Jaén que Cañamero, sino de la lógica del reparto electoral.

En Jaén, como en unas veinte provincias, hay un serio riesgo para el elector de que su voto no sirva para nada. De eso sabía la antigua Izquierda Unida, que nunca cosechó menos de un millón de votos nacionales, la mayor parte de ellos no representados. Por eso Jaén puede que sea uno de los ejemplos donde el trasvase de votos de Podemos al PSOEno tenga nada que ver con lo que los analistas analizan. En la mesa se ha quedado esta legislatura (y lo que le queda) un cambio del sistema electoral por el cual haya un voto provincial y otro que premie el respaldo nacional. Mientras esto no suceda en Jaén, pese al cambio de escenario, es peligroso votar lo que uno quiere votar si lo que quiere votar no es a los dos grandes. Puedes dar un paseo en balde al colegio electoral.

Jaén es de la provincias donde apenas se hacía campaña. En esta ocasión la demoscopia dice que en Jaén se puede producir el mismo efecto que Podemos hace sólo tres años, pero esta vez con Vox. Al decidido votante de Vox le da igual hasta qué punto su voto es útil. Es un voto identitario. Por eso las encuestas dicen que el binomio eterno de provincias como Jaén tendría en vez de a un Cañamero a un opuesto. Y entonces el renacer de Gramsci, en lo que respecta a Jaén, parece que tendrá que esperar.

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