Investigar en Jaén

Papeles hoy, ladrillos mañana

  • Ingenieros de la Politécnica de Jaén crean materiales de construcción, más baratos y menos contaminantes a partir de una mezcla de papel usado y arcilla

Encarna Maldonado

No todo el papel que llega a las plantas de reciclado se puede reutilizar. Parte es inservible y las empresas deben pagar para que lo retiren y lo destruyan. Ese desecho de lo que ya era un residuo puede encontrar una tercera oportunidad convertido en ladrillo. Los investigadores de la Universidad de Jaén Francisco Corpas, Teresa Cotes y Carmen Martínez han desarrollado una fórmula para usarlo como material de construcción. Las pruebas de laboratorio demuestran no sólo que se pueden hacer ladrillos utilizando el papel como materia prima, sino que, además, son mejores aislantes térmicos, ventaja que se suma a  otras  ambientales y económicas.

Carmen Martínez profesora de Ingeniería Química Ambiental y de los Materiales de la Escuela Politécnica Superior de Linares explica que el nuevo ladrillo se  ha conseguido a partir de la mezcla de arcilla blanca, roja, rubia y negra, habituales en la industria cerámica de Jaén, con los residuos de papel. Durante el proceso de investigación se ha probado la mezcla en proporciones que han alcanzado desde el 1 al 50%. Seguidamente se ha tamizado el papel al mismo tamaño que la arcilla y se han realizado las piezas siguiendo los procedimientos clásicos de la industria: extrusión y prensado. El último paso ha sido cocerlo también de acuerdo con los criterios del sector.

A esta escala de laboratorio se han caracterizado sus propiedades: resistencia, absorción, contracción al cocer y densidad. El resultado es un ladrillo de mayor porosidad interior y, por tanto, con menor conductividad térmica. Es decir, funciona mejor como aislante ante el frío o el calor frente al ladrillo tradicional. El equipo ha publicado sus primeros resultados en la revista Fuel Processing Technology. Todavía quedan por resolver algunos de los fallos que se han detectado en la fase de ensayo en laboratorio relacionados con su resistencia. Carmen Martínez reconoce que aunque las pruebas se han realizado dentro de los márgenes que permite la legislación, considera que  tratándose de cerámicas estructurales deben mejorar la resistencia a la comprensión.

La segunda fase del trabajo se orientará a determinar más propiedades de este nuevo material, pasar del ensayo al prototipo industrial y probar los diferentes tipos de arcilla. Durante la investigación se han utilizado las mezclas arcillosas habituales en la industria, pero el interés del grupo para esta nueva etapa pasa por probar en solitario cada arcilla para averiguar cuál proporciona mejores resultados.

El sector ladrillero en su calidad de industria auxiliar de la construcción es el más golpeado por la crisis. Tan sólo en Bailén en los mejores años del boom inmobiliario trabajaban en el sector 3.000 personas  que llegaron a producir 13.000 toneladas diarias, con una facturación anual próxima a los 130 millones de euros. Ahora esta actividad agoniza arrastrada por la crisis inmobiliaria y de obra pública. Buscar alternativas para reducir costes de producción y lograr productos diferenciados aparece como una de las pocas soluciones de futuro. De hecho, Carmen Martínez afirma que desde que se comenzó a hablar de sus ladrillos  una empresa se ha puesto en contacto con ellos interesada por esta línea de investigación.

El grupo de Ingeniería de los Materiales y Minera que dirige el catedrático Francisco Corpas trabaja desde hace seis años en la búsqueda de alternativas a los residuos. Con este objetivo ha investigado con el alperujo (desecho procedente de la fabricación de aceite de oliva), con las tierras filtrantes que se utilizan en la industria del biodiésel, con los lodos usado en la depuración de las aguas residuales urbanas, cenizas volantes de las centrales térmicas y residuos de la industria papelera y cervecera.

Hasta ahora han tratado de buscar soluciones científicas para reutilizar estos desperdicios como material de construcción y áridos expandidos. "Últimamente, sin embargo, estamos buscando otras alternativas. Tenemos por ejemplo un convenio con una empresa para convertir el compost que genera en fertilizantes líquidos", puntualiza Carmen Martínez.

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