INVESTIGAR EN JAÉN

Tachuelas de sandalias romanas permiten reconstruir la batalla de Baecula

  • El Instituto de Arqueología Ibérica sigue la pista a las monedas que perdían los cartagineses de Asdrúbal Barca y a las piezas que se desprendían del calzado de las tropas de Escipión para conocer cómo fue este gran enfrentamiento que tuvo lugar en las estribaciones de la Sierra de Cazorla durante la Segunda Guerra Púnica.

Publio Cornelio Escipión el Africano se enfrentó en el año 208 antes de Cristo a las fuerzas cartaginesas dirigidas por Asdrúbal Barca en Baecula, cerca del pueblo jienense de Santo Tomé. El movimiento de las tropas romanas durante esta gran batalla de la Segunda Guerra Púnica es ahora reconstruido a través de las tachuelas que se desprendían de las sandalias de los soldados romanos.

Expertos del Instituto de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén aplican técnicas arqueológicas para reconstruir el enfrentamiento entre romanos y cartagineses en las proximidades de la sierra de Cazorla. La dificultad de estudiar la arqueología de los campos de batalla reside en su gran extensión y escasez de restos. Aquí no hay muros, restos de trazados de ciudades ni cerámicas. En el caso de Baecula las tropas romanas y cartaginesas se movieron por un espacio de 400 hectáreas y el único material disponible es el metal que ambos ejércitos dejaron a su paso. Los romanos, a medida que avanzaban, perdían tachuelas de las sandalias. Los cartagineses no. En su caso se han hallado fundamentalmente las monedas que ocasionalmente caían al suelo en momentos de gran tensión como las batallas cuerpo a cuerpo.

Para afrontar este trabajo el Instituto de Arqueología Ibérica que dirige Arturo Ruiz ha tenido que generar nuevas aplicaciones tecnológicas para situar en el territorio, con la ayuda de los sistemas de posicionamiento geográfico por satélite, las pequeñas piezas del año 208 antes de Cristo que se localizan con detectores de metales.

Este sistema, que se ha desarrollado con el apoyo de topógrafos durante dos proyectos de investigación financiados por el plan nacional de I+D, les ha permitido localizar el campamento de Escipión, seguir su avance hacia el campo de batalla, determinar dónde se produjo el primer choque con las fuerzas del general Asdrúbal, el lugar en el que se desarrolló el enfrentamiento cuerpo a cuerpo e, incluso, reconstruir cómo fue la huida de los cartagineses.

Estas mismas técnicas desarrolladas por el Instituto de Arqueología Ibérica se plantean también para el estudio de la batalla de Zama, en Túnez, donde se desarrolló la última batalla entre Aníbal Barca y Escipión. El acuerdo con las autoridades tunecinas está ya firmado y el proyecto podría comenzar a finales de año si el equipo logra financiación.

Esta metodología específica de la arqueología de la guerra la ha aplicado el instituto jienense en el estudio del asedio de Iliturgis, otro de los episodios significativos de la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago. En el año 206 antes de Cristo Escipión sitió esta gran ciudad ibera que, en las inmediaciones de Mengíbar junto a la actual N-IV, llegó a ocupar más de 20 hectáreas que fueron destruidas al completo. Estos trabajos los financia la Junta de Andalucía que, en la última resolución de los proyectos de excelencia también ha aprobado apoyo económico para excavar el yacimiento de Giribaile, otra ciudad ibera jamás excavada, aunque sí sometida ocasionalmente al expolio, localizada en las inmediaciones de Vilches (Jaén), así como para otra investigación sobre el papel de la mujer en la cultura iberia.

La arqueología de la guerra, en opinión de Arturo Ruiz, ha permitido “doblar” la información que existía sobre los conflictos en la época ibera. Gracias a estos estudios se sabe que aquellas guerras “eran muy salvajes y con muchos efectos colaterales que afectaban a numerosas capas sociales”. Recuerda el director del Instituto de Arqueología Ibérica de Jaén que la ciudad más próxima a la zona donde se libró la batalla de Baecula desapareció, igual que sucedió con Giribaile después de la segunda Guerra Púnica.

Estas técnicas permiten además comprobar el funcionamiento de un ejército, “su grado de salvajismo y de inteligencia”. El equipo, que ahora comienza a trabajar en el campamento de Escipión, ha podido comprobar las tácticas militares del general romano, sus ataques por los extremos y cómo en Baecula arrinconaron primero a los cartagineses que se reagruparon en una zona alta donde, finalmente, tuvo lugar el cuerpo a cuerpo con espadas y jabalinas.

Además, los equipos del Instituto de Arqueología Ibérica están a punto de terminar las excavaciones y estudio de las necróplis de Tutugi, en Galera (Granada), y La Noria, en Fuente de Piedra (Granada). También ha concluido la excavación de la tumba de Piquía, del siglo I antes de Cristo, donde un príncipe íbero incluyó en su ajuar mortuorio siete cráteras griegas, datadas tres siglos antes, y un carro, entre otros muchos elementos. Este hallazgo pone de manifiesto cómo pervivían determinados ritos de la cultura nativa a pesar de la romanización de la península.

Junto a la arqueología de la guerra, el instituto ha abierto una línea de investigación en el campo de la arqueología astronómica, después de observar en las excavaciones de Puente Tablas que la denominada Puerta del Sol, construida en el siglo V antes de Cristo, y orientada en dirección este oeste, es un calendario con funciones de culto a una divinidad relacionada con la fecundidad, la naturaleza y la agricultura. La diosa está grabada en la piedra en una estela que se ilumina en determinados momentos del año. Las excavaciones de Fuente Tablas, donde se localiza “el primer palacio ibérico claramente definido de Andalucía”, las financia la Diputación de Jaén y las realiza el Instituto de Arqueología Ibérica después de ganar el contrato en concurso público.

Entre la docena de proyectos que el instituto tiene en marcha también figuran dos en los que se aplica la química a la arqueología para averiguar el contenido de recipientes, el tipo de óxidos que se utilizan en la decoración de cerámicas o la información que encierra el suelo simplemente porque el movimiento de las personas provoca que se capten unos u otros elementos químicos.

Además, investigadores del centro jienense forman parte del consorcio internacional que desarrolla, con financiación europea, el proyecto 3D-Icon con el objetivo de digitalizar los principales vestigios arqueológicos y arquitectónicos de toda Europa. Junto a 16 universidades y centros de investigación de 10 países europeos, el Instituto de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén se ocupa de hacer las recreaciones en tres dimensiones de los principales hitos de la cultura ibera: cerca de 500 elementos que incluyen la arquitectura del asentamiento de Puente Tablas, escultura de Porcuna o exvotos localizados en Sierra Morena, junto a algunas de las esculturas de la época más representativas que se guardan en el MuseoProvincial de Jaén o las necrópolis de Tutugi y La Noria.

La pretensión de la Comisión Europea con este proyecto reside en llevar todo ese legado histórico europeo a la cultura digital abierta a través de la plataforma Europeana.  

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