UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

Los alumnos de Arquitectura cosen las heridas abiertas en Málaga

  • Los estudiantes proponen soluciones para unir el centro histórico y el recinto portuario ganado para uso ciudadano · La Escuela elabora un discurso propio sobre la ciudad, proponiendo alternativas para algunas de las cuestiones más latentes

Quince carriles abiertos al tráfico en una franja de apenas 100 metros de ancho separan el casco histórico de Málaga con el Puerto, el último espacio ganado para el uso público en una ciudad que históricamente había vivido de espaldas al mar. Esta barrera ha restado en gran medida popularidad a las nuevas áreas de esparcimiento creadas en el recinto portuario. Sólo es posible acceder desde pasos peatonales relativamente angostos y situados en ambos extremos, con más de un kilómetro de distancia entre ellos. El Ayuntamiento ha tratado de resolver la inaccesibilidad creando un paso peatonal a mitad de recorrido aunque está pasando prácticamente desapercibido. A estas dificultades se suma una significativa diferencia de cota entre el puerto y el casco histórico que en algunos puntos llega a superar 1,50 metros.

La Escuela de Arquitectura de Málaga, creada hace sólo ocho años, empieza a tener voz propia en el discurso urbano de Málaga. Su última aportación ha sido el III Seminario Internacional Nuevas Materias en la Arquitectura Contemporánea. Bajo el título Suturas, los alumnos asesorados y tutelados por profesores de Arquitectura y profesionales de Málaga, Sevilla, Madrid y San Sebastián han estudiado durante cinco días las heridas de abiertas en la conexión del centro de Málaga con su fachada marítima. El resultado son soluciones para salvar la brecha, unir la ciudad histórica y hasta para provocar.

“Se han ideado algunas soluciones ligeras, creando pasarelas entre los árboles del Paseo del Parque (jardín histórico ganado al mar en el siglo XIX), creando nuevas capas a diferente cota que permitan el paso de peatones fluido”, apunta Íñigo García, arquitecto de San Sebastián que ha participado en los talleres. “Otras propuestas han sido más clásicas. “Si el Palmeral (espacio diseñado por el arquitecto Jerónimo Junquera en el recinto portuario cedido a la ciudad) está 1,50 metros sobre la cota de la ciudad, otra solución sería rehundir el tráfico en algunos puntos del Paseo de los Curas (calzada de cinco carriles que separa el Puerto y el Paseo del Parque) y soterrar en esos tramos el tráfico para permitir que el Parque invada el Palmeral”.

Los arquitectos tampoco han querido dejar pasar la ocasión para el desafío y la provocación. ¿Qué ciudad queremos? ¿Acaso un parque temático para el turismo? “Ese camino es el que parece que se ha empezado a recorrer en cierta medida”, puntualiza Íñigo García. Los equipos de alumnos y estudiantes han creado también postales “entre los kitsch y lo pop en el que el casco histórico de Málaga se reinventa como parque temático del turismo de sol y playa con la pretensión de lanzar un mensaje de alarma.

“Alumnos y arquitectos se organizan en grupos para abordar los trabajos. Primero se hace una toma de contacto sobre el lugar y se analizan sus problemas, después durante tres días se trabaja en las ideas y el cuarto se presentan los trabajos y se someten a una sesión crítica”, explica el director de la Escuela de Arquitectura de Málaga, Santiago Quesada. La pretensión es doble: por una parte transferir conocimiento “porque la escuela no está para decir dónde poner un paso de peatones, pero sí debe reflexionar sobre la ciudad, tener opinión, proponer ideas y construir pensamiento”. Por eso, desde una perspectiva general, la permeabilidad y “capilaridad del tejido urbano es algo que nos interesa”.

El segundo objetivo es pedagógico: “Los alumnos aprenden a enfrentarse a un proyecto, a pensar y reflexionar. Se les introduce en la metodología y se crean relaciones con profesionales y alumnos de otras escuelas”, matiza Santiago Quesada. Este segundo frente se ha enriquecido este año, además, con conferencias del arquitecto canario Fernando Menis y el austriaco Roger Riewe. 

En el taller del año pasado los alumnos, tutelados por los profesionales y profesores, propusieron soluciones para algunos edificios que después de años de inacción son en la actualidad asignaturas pendientes en Málaga: la antigua cárcel provincial, la antigua fábrica de azúcar La Corchera y el convento de San Andrés. Finalemnte, en la primera edición se esbozaron alternativas para el uso público de los solares urbanos abandonados.

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