INVESTIGAR EN LA PABLO DE OLAVIDE

Un antibiótico activa los mecanismos de aprendizaje y memoria

  • La rapamicina, obtenida a patir de una bacteria localizada en los años 60 en la Isla de Pascua y de amplio uso en medicina, se muestra eficaz para mejorar las capacidades cognitivas en ensayos con roedores modelo de síndrome de Down.

Los investigadores de la Universidad Pablo de Olavide responsables del proyecto.

Investigadores de las universidades Pablo de Olavide y Sevilla han comprobado en ratones la capacidad de la rapamicina para mejorar capacidades cognitivas porque ayuda a sintetizar proteínas necesarias en los procesos de aprendizaje y memoria.

La rapamicina es un antibiótico derivado de la bacteria Streptomyces hygroscopicus. Investigadores canadienses descubrieron este miroorganismo en 1965 en una muestra de suelo recogida en la Isla de Pascua, cuyo nombre original, Rapa Nui, dio lugar a la denominación del medicamento. Tiene un uso extenso y diverso en medicina. Se utiliza, por ejemplo, como inmunodepresor para evitar el rechazo de órganos trasplantados y para contener el crecimiento de determinados tumores. Además, hace unos años saltó a la fama por su posible capacidad para retrasar el envejecimiento, aunque estudios posteriores han limitado las expectativas que generó en su día.

La investigación que desarrollan María Luz Montesinos, del Laboratorio de Traducción Sináptica Local de la Universidad de Sevilla, y Antonio Rodríguez-Moreno, del Laboratorio de Neurociencia Celular y Plasticidad de la Pablo de Olavide han comprobado en el laboratorio que la rapamicina participa en la síntesis de proteínas involucradas en el aprendizaje, la memoria y la plasticidad cerebral o capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida. Los experimentos con roedores indican que este fármaco mejora algunos de los déficits de memoria y de plasticidad que se observan en ratones modelo del síndrome de Down.

La investigación se ha focalizado en el hipocampo y, específicamente, en la sinapsis o relación que establecen las neuronas del área CA3 y las del área CA1, de ratones silvestres y ratones modelo del síndrome de Down. A través registros electrofisiológicos los expertos han observado que los ratones silvestres a los que se les aplica la proteína BNDF (brain derived neurotrofic factor), relacionada con el crecimiento nervioso, registran una serie de cambios plásticos que no se dan en los ratones modelo del síndrome de Down. Sin embargo, cuando estos últimos roedores son tratados con rapamicina, la aplicación de BDNF produce en su cerebro unos cambios plásticos similares a los observados en los ratones silvestres.

Una vez registrado ese cambio, los investigadores trataron de profundizar en la comprensión del fenómeno. Intentaron entonces ver si los mecanismos de inducción de la plasticidad cerebral mediante BDNF eran similares en uno y otro grupo de roedores y encontraron que efectivamente “la plasticidad rescatada por rapamicina involucra las mismas vías de señalización que las observadas en ratones silvestres”, según informan desde la Universidad Pablo de Olavide.

El proyecto científico también ha comprendido estudios sobre el comportamiento de ambos grupos desarrollado con la intención de comprobar la utilidad terapéutica de la rapamicina. Durante esta parte de la investigación se comprobó que los ratones modelo de síndrome de Down tienen problemas para realizar un test de memoria que involucra el hipocampo. Sin embargo, cuando son tratados con rapamicina se observa que el medicamento es capaz de “rescatar” “de un modo notable” la memoria de larga duración.

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