INVESTIGAR EN MÁLAGA

Una multinacional holandesa financia la investigación de fertilizantes y fungicidas biológicos

  • Kopper acuerda proporcionar 700.000 euros durante los próximos cinco años al grupo de microbiología y patología vegetal que dirige el catedrático Antonio de Vicente para que desarrolle productos alternativos a los actuales.

La compañía holandesa Koppert proporcionará cerca de 700.000 euros durante los próximos cinco años al grupo de microbiología y patología vegetal que dirige el catedrático de la Universidad de Málaga Antonio de Vicente para que investigue y desarrolle fungicidas y fertilizantes biológicos a partir de las bacterias Bacillus y Pseudomonas.

El equipo comenzó a trabajar en el control biológico de plagas en 2001. Nueve años después selló el primer acuerdo con Koppert, compañía holandesa fundada en 1967 y una de las principales firmas en el campo de la protección biológica y polinización natural de cultivos. Aquella alianza se forjó con el propósito de indagar en las aplicaciones que podrían obtener a partir del la bacteria Bacillus. Una de las cepas de este microorganismo ya está siendo utilizada como biofertilizante.

La segunda fase de esta relación se cerró en mayo del año pasado con un convenio orientado a la creación de biofungicidas. Antonio de Vicente subraya la bondad de un acuerdo que, por una parte, da al equipo científico de la Universidad de Málaga “libertad para investigar y para publicar, con la condición de que la empresa tenga antes los resultados”, casi 700.000 euros para desarrollar esta actividad científica durante los próximos cinco años y royalties por importe del 1,5% de la facturación que a lo largo de una década alcance la compañía gracias a los nuevos productos que se creen en este proyecto.

El equipo busca la aplicación de las bacterias en la lucha contra el oídio, uno de los principales hongos que atacan los cultivos de cucurbitáceas (sandía, melón, pepino, calabacín y calabaza), aunque también perjudican otros sectores como el de la flor cortada que lidera Holanda.

Los agricultores habitualmente hacen frente al oídio con fungicidas químicos, lo que ha dado lugar fenómenos de resistencia similares a los que se registran en los humanos con la administración de antibióticos. La resistencia de los hongos a los fungicidas químicos tradicionales es otra de las líneas de investigación que mantiene el grupo de microbiología y patología vegetal de la Universidad de Málaga. Entre los proyectos financiados con cargo al plan nacional de I+D figura uno por importe próximo a los 300.000 euros para estudiar la resistencia de los hongos a los fungicidas químicos. La alternativa biológica elude este problema, aunque como matiza Antonio de Vicente su efecto “no sea tan fulminante” como el de los productos químicos, “sino más lento, aunque más eficaz a largo plazo”.

La línea de investigación en torno al control biológico de las plagas que afectan a los cultivos también se mantiene activa con un tercer proyecto, en ese caso financiado por el plan nacional de I+D+I del Ministerio de Economía y Competitividad, para profundizar en las posibilidades de utilizar microorganismos para luchar contra la Rosellinia, un hongo que enferma los árboles de aguacate y contra el que no existe ningún remedio realmente definitivo.

Este proyecto sobre biofungicidas para aguacates incluye también la investigación de diferentes tipos de compost capaces de reforzar las raíces de estos árboles y mantener a raya la aparición de los hongos que atacan los cultivos de esta variedad subtropical.

El grupo de microbiología y patología vegetal combina estos proyectos con una línea de trabajo en torno al mango que arrancó en 1992 y que prácticamente ha sido la que permitido que se forjara el equipo científico. Durante estos años ha trabajado mano a mano con los expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de La Mayora, ahora ya todos integrados en el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora creado por el organismo nacional y la Universidad de Málaga.

De hecho, la primera tesis doctoral del grupo se escribió en 1998 y giraba en torno al mango. Desde entonces se han leído cuatro tesis más y sus autores realizan en la actualidad estancias posdoctorales en Alemania, Suiza, Irlanda y Holanda.

La última investigación que se pretende poner en marcha en el campo del mango es un proyecto de excelencia al que la Junta de Andalucía, con carácter provisional, le ha concedido 241.894 euros para que indague en dos de los principales males que atacan a estas plantaciones: la necrosis apical y la malformación.

El grupo comenzó a investigar en 2007 la primera patología, en aquella ocasión también con financiación de los proyectos de excelencia de la Junta. Ha sido de hecho el primero en describir la necrosis apical, una enfermedad producida por una bacteria (Pseudomona Syringae) que se registra no sólo en los únicos mangos europeos que se cultivan en la Axarquía, sino también en Egipto, Israel y Australia, es decir, en climas subtropicales en los que las plantas durante algunos periodos de tiempo al año están sometidas a climatologías más frías. Es en esos momentos cuando la bacteria ataca las yemas que a consecuencia de la necrosis ya no florecen ni producen frutos.

El proyecto que financiará la Junta plantea avanzar en el conocimiento de los aspectos más básicos de la biología de esta bacteria y profundizar en el conocimiento de los hongos de la familia Fusarium que provocan malformaciones en las flores del mango y, en consecuencia, pérdidas en sus cosechas.

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