INVESTIGAR EN HUELVA

Cómo y por qué te orientas en el espacio

  • Expertos en psicología de la Universidad de Huelva crean un programa que permite el estudio de las estrategias que despliegan los individuos para marcar su posicionamiento en un entorno.

Los promotores del programa observan su uso por parte de un voluntario. / JOSUÉ CORREA

Hay profesionales que estudian nuestra relación con el espacio que nos rodea y qué tipo de conexión mantenemos con él. Se trata de un asunto que a primera vista puede resultar obvio pero del que depende en buena medida, nuestro desarrollo personal. De todo esto saben mucho en la Universidad de Huelva (UHU). Para estudiar qué recursos utiliza una persona para relacionarse con el entorno, la UHU ha diseñado un programa virtual que permite ir mucho más allá de lo que los experimentos reales permiten. Es un programa en el que la persona –en un primer paso se trabajará preferentemente con niños y ancianos- demuestra cuáles son los recursos que usa y con qué habilidad echa mano de ellos para orientarse en el espacio, es decir, su posicionamiento.

Por lo que respecta a los niños, se quiere investigar cómo van adquiriendo las distintas estrategias de posicionamiento. Sus dos principales bazas son la geometría espontánea y las claves proximales: “Lo primero por lo que el niño se orienta es por la geometría. Posteriormente va adquiriendo otras capacidades como la clave proximal que es también muy usada por los animales y que marca un lugar que se vincula con el logro de algo si bien esa marca puede cambiar de posición de modo que no puede ofrecer una gran seguridad en la orientación espacial”. Con el paso del tiempo, las estrategias y el uso alterno de ellas se hace más fácil, de manera que el adulto tiene mucha mayor habilidad que el niño para situarse y moverse en el espacio.

El trabajo es fruto de los departamentos de Psicología Básica y Biológica, representados por Alberto Hernández, auténtica alma mater del programa y los profesores Enrique Moraleda y José Andrés Lorca. La idea surgió hace un par de años aunque las dificultades económicas han provocado que no pudiera concluirse hasta hace escasas fechas.

Moraleda y Lorca explican que los seres humanos contamos, principalmente, con dos sistemas que nos permiten mantener una relación correcta con el espacio, es decir, nuestro posicionamiento. Uno es el egocéntrico por el cual percibimos el entorno de acuerdo a nuestra propia situación: esto está a mi derecha, lo otro a mi izquierda… El otro sistema principal es el alocéntrico, que hace referencia a nuestra capacidad de generarnos un mapa del entorno, con lo que se obtiene marcando la posición relativa de cada uno de los elementos perdiendo el propio individuo, la percepción de ser el centro. Estos dos sistemas dan a su vez como fruto varios subsistemas aunque lo habitual es que cada persona haga uso de todos ellos. El programa virtual creado desde la Universidad de Huelva está destinado, entre otras cosas, a estudiar cuál de los sistemas es el que una persona usa más.

La realidad virtual del programa no solo se asemeja sobremanera a la realidad física sino que permite obtener mayor número de resultados que en un entorno real ya que el sistema informático está capacitado para ir introduciendo una serie de variables que permiten un estudio más pormenorizado de cuáles van siendo las reacciones del individuo hacia los distintos cambios que presente el programa, cosa que en el espacio físico sería prácticamente imposible llevar a cabo.

El método desarrollado reproduce un laberinto -en Psicología este concepto es más amplio ya que se refiere a cualquier espacio donde se va a realizar un estudio- aunque en un primer paso, el programa sí marca la configuración de un laberinto tradicional en el que se ha de conseguir una meta. El camino hacia ésta, los cambios de rumbo, el tiempo empleado… todo eso son variables que los investigadores tienen a su disposición con gran facilidad y en un tiempo récord. El estudio se enriquece con la introducción de cambios en las claves como pueden ser la modificación de itinerarios, la ubicación de la meta a conseguir, etcétera. Todo esto permite estudiar cuándo la persona usa un sistema u otro o en qué distintos grados.

José Andrés Lorca habló además, de otra utilidad del programa: el tratamiento de los pacientes de alzheimer. En este caso, la persona lleva un proceso totalmente inverso al desarrollo del niño ya que va perdiendo las capacidades en una evolución diametralmente opuesta a la que vive un pequeño. Lorca indicó: “Queremos averiguar si es cierto que la persona con alzheimer vive un proceso diametralmente opuesto al evolutivo”. El profesor de Psicología Básica explicó que “lo primero que se asienta en el niño es la referencia de las personas empezando por la madre; el segundo paso es el reconocimiento y la conciencia espacial y la última la del tiempo. En el paciente de alzheimer el proceso es al revés: lo primero que se pierde es la noción temporal, después la espacial y por último, la identificación de las personas”.

Los psicólogos no olvidaron la faceta genética de la percepción espacial que “se encuentra en una parte del cerebro: el hipocampo”. Precisamente hace un par de años, el Premio Nobel de Medicina fue para tres investigadores norteamericanos que descubrieron la existencia de unas células que controlan el sistema de posicionamiento del ser humano. Junto a ello es innegable que el uso de esa cualidad juega un papel importante. No es igual un trabajo en una oficina durante ocho horas seguidas, que el que realiza un taxista de una gran ciudad cuyo sistema de posicionamiento está permanentemente en uso. Esa faceta genética o biológica del sentido de la orientación en el hipocampo se ha evidenciado en el momento en el que una persona ha tenido una lesión en esa parte del cerebro, lo que ha llevado a una inevitable pérdida de capacidad de orientación.

El trabajo que ha dado como resultado el programa de realidad virtual tiene sus precedentes en otros procesos de investigación que se han efectuado con animales. Lorca ha estudiado cómo la presencia de metales pesados en el organismo de las ratas afectan a su sentido de orientación y posicionamiento espacial. 

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