TRIBUNALES Y CINE

“El caso Arny y las avalanchas de la Madrugá serían un gran guión de cine”

  • El cine español "no sabe aprovechar el mundo del espectáculo judicial", asegura el abogado y cinéfilo Emilio G. Romero.

  • El asesino de Marta del Castillo "ilustra que la maldad no es un arrebato de un instante".

Uno de los imputados del Caso Arny llega a la Audiencia disfrazado.

Uno de los imputados del Caso Arny llega a la Audiencia disfrazado.

El caso Arny de corrupción de menores, con su problemática del falso culpable, sería un gran tema cinematográfico, al igual que lo serían las avalanchas de la Madrugá del año 2000 para crear una película coral con “cuatro o cinco historias en la misma noche”, según Emilio G. Romero, abogado sevillano y cinéfilo especializado en juicios y jueces.

El cine español, según el experto, “no sabe aprovechar el mundo judicial” aunque también entran en juego otros factores como el hecho de que el proceso judicial español “no es cinematográfico” porque, a diferencia del norteamericano, aquí el fiscal y los abogados permanecen estáticos en sus mesas y no se mueven.

Con el caso Arny “el mundo del espectáculo entró en la Justicia” con los aristócratas, gente importante y famosos imputados. “Se convirtió en un espectáculo lo que podría haber ocurrido”, cuenta el abogado a este periódico. 

Emilio G. Romero, que se ha especializado en la presencia del mundo judicial en el cine, cree que “los norteamericanos ya le habrían sacado punta al caso Arny”, por ejemplo desde el punto de vista del falso culpable que tanto juego ha dado en la gran pantalla. 

El club Arny, donde ocurrieron los hechos. El club Arny, donde ocurrieron los hechos.

El club Arny, donde ocurrieron los hechos.

Lamenta que, veinte años después de aquel juicio que sentó en el banquillo a 48 acusados de prostitución homosexual con chicos menores de edad, nadie haya analizado problemas como la “presunción de culpabilidad” y cómo los medios de comunicación crearon estados de opinión hostiles. 

Algo similar, dice el abogado, a lo que sucedió con Dolores Vázquez y su juicio -luego anulado- como presunta asesina de Rocío Wanninkhov, donde tanto peso tuvo el hecho de que hubiese mantenido una relación homosexual con la madre de la víctima. 

Otro caso que conmovió a los sevillanos, la muerte de Marta del Castillo, se podría llevar al cine para ilustrar “como la maldad no es un arrebato de un instante sino que se extiende en el tiempo”. Así interpreta el abogado el empeño del asesino confeso, Miguel Carcaño, de no revelar el destino que dio al cuerpo y “reírse de todo el mundo”.

Emilio G. Romero cree que la cinematografía española no tiene tradición judicial porque el esplendor del género coincidió con la época “más represiva del franquismo”, cuando “defender principios de libertad, seguridad jurídica o democracia no coincidía precisamente con el ideario del régimen”.

El abogado recuerda procesos sonados en Sevilla como el de Carmen Fernández, la madre de Iván y Sara, que murió sin haber conseguido recuperar la custodia de sus dos hijos pese a tener once sentencias a su favor. “Es un caso absolutamente cinematográfico si es bien llevado”, cree Emilio G. Romero, y añade: “el cine debería abordar los vicios del sistema judicial y administrativo, pero en España se pagan muchos peajes”. 

Sobre la condena por abuso sexual de La Manada en los Sanfermines, piensa que habrá que esperar a la sentencia definitiva para valorar su posible proyección cinematográfica. Pero aquí también considera que “habría que desentrañar los mecanismos del sistema judicial, por ejemplo el alcance de los peritajes y el nivel de implicación del perito”. Hay peritos que se implican de tal manera y contaminan tanto su informe “que a la larga perjudican a la víctima porque el juez atenúa su credibilidad”.

Emilio G. Romero repasa para este periódico las películas de tema policial o judicial ambientadas en Sevilla, desde la primera “Morena clara” de 1936 a las cintas policiacas más recientes como “Grupo 7” o “La Isla Mínima”.

De “Morena clara” hay dos versiones: una de 1936 con Imperio Argentina en el papel de Trini Marqués y otra de 1954 con Lola Flores, ambas acompañadas por Miguel Ligero como compañero protagonista.

En la película, los gitanos Trini Marqués y su hermano Regalito roban unos jamones y son juzgados. Emilio G. Romero destaca que la cinta “tiene algunas curiosidades dignas de destacar como el hecho de que la defensa de los ladrones es llevada cabo en las dos películas por una letrada, cuyo número de aquella época era muy reducido”. El escudo que cuelga tras los magistrados de la sala, aunque puede parecer un símbolo de la justicia, es en realidad el logotipo de CIFESA, la productora del filme.

El expreso de Andalucía” (1956), dirigida por Francisco Rovira Beleta, cuenta el asalto al coche-correo que transportaba valores y joyas a todo el sur de España y norte de Africa. Fue el 11 de abril de 1924 y lo que parecía un plan perfecto acabó con dos empleados de Correos asesinados.

De este suceso se hizo en 1991 otra versión para “La huella del crimen” de TVE, dirigida por Imanol Uribe.

“La huella del crimen” dedicó otro capítulo en ese mismo año de 1991 a “El crimen de las estanqueras de Sevilla”, en la que Ricardo Franco dirigió a los actores Fernando Guillén Cuervo, Antonio Dechent y José Soriano en esta historia sobre el asesinato, en julio de 1952, de las dos hermanas que regentaban un estanco en la calle Menéndez Pelayo de Sevilla.

Los invitados” (1987), dirigida por Víctor Barrera, se basó en la novela del mismo título de Alfonso Grosso sobre el quíntuple crimen del cortijo de Los Galindos en 1975. De los numerosos móviles barajados para este crimen sin resolver, la película se inclina por la teoría del exlegionario que llega a ese punto de la campiña sevillana en busca de nuevos sitios donde plantar marihuana.

Un imputado colocó un muñeco apuñalado con el letrero «homosexual» en la puerta de la Audiencia. Un imputado colocó un muñeco apuñalado con el letrero «homosexual» en la puerta de la Audiencia.

Un imputado colocó un muñeco apuñalado con el letrero «homosexual» en la puerta de la Audiencia.

La cinta está protagonizada por Amparo Muñoz, Pablo Carbonell y Lola Flores como la mujer del capataz.

De época más moderna es “Nadie conoce a nadie” (1999) basada en la novela homónima de Juan Bonilla.  Dirigida por Mateo Gil y con los actores Eduardo Noriega, Jordi Mollà, Natalia Verbeke y Paz Vega, trata una serie de extraños atentados en Sevilla en vísperas de la última Semana Santa del milenio. 

Dos películas policíacas ambientadas en Sevilla han conocido un considerable éxito en años recientes: la primera, “Grupo 7” (2012), sobre la unidad policial encargada de limpiar de droga las calles de Sevilla en vísperas de la Expo 92. Sus protagonistas son Mario Casas, Antonio de la Torre, Joaquín Núñez y José Manuel Poga.

La Isla Mínima” (2014) es un thriller ambientado en los años 80, cuando dos policías  son enviados desde Madrid a un remoto pueblo de las marismas del Guadalquivir para esclarecer la muerte y violación de dos hermanas adolescentes. 

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