OPINIÓN

El talento universitario debe ser artífice del desarrollo económico y social de nuestro país

María Dolores Oliver, vicerrectora de Ordenación Académica de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA).

María Dolores Oliver, vicerrectora de Ordenación Académica de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA).

Mucho talento sale cada año de nuestras universidades como resultado de una importante inversión pública. Si midiéramos el retorno de esta inversión, las universidades españolas generan cada año un número de egresados tan elevado que, comparado con la estancada inversión pública que recala en nuestras universidades, daría evidentes muestras de un proyecto altamente rentable.

Según los últimos datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en el curso 2013-2014 se matricularon en las universidades españolas, en estudios de grado y máster, 1.532.728 estudiantes, lo que eleva la tasa de universitarios a casi un 50 por 100 de la población joven.

Todos los años sale de nuestras aulas universitarias un excelente y nutrido grupo de expertas y expertos en ingeniería, arquitectura, medicina, enfermería, administración de empresas, leyes, economía, criminología, y un largo etcétera, que proceden de una oferta universitaria integrada por 2.534 títulos de grados y 3.670 másteres verificados, según los últimos datos recogidos y publicados por el citado Ministerio.

Es evidente que nos encontramos ante un importante número de jóvenes altamente cualificados; quizás sea la generación mejor formada en España. Entonces, ¿estaríamos en condiciones de afirmar que la inversión realizada en Talento universitario es altamente rentable? Es también evidente la respuesta, ya que la variable que utilizamos para medir este retorno no es correcta; un número, una cantidad en términos absolutos no es un buen indicador. Hemos de afinar más; para ello, deberíamos poner en relación la generación de Talento universitario con el desarrollo económico y social, y preguntarnos si realmente hay una relación directa entre ambas variables. Nos tememos que no, porque seguimos haciendo preguntas: ¿está absorbiendo correctamente el mercado de trabajo español al talento universitario?; ¿el sistema universitario establecido garantiza tener a las personas con los perfiles y las competencias idóneas en el momento y puesto de trabajo adecuado?

Como recoge el último informe editado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), La Universidad Española en Cifras, “…durante la crisis, la formación superior de los egresados universitarios les ha permitido resistir mejor la enorme degradación del mercado de trabajo. Casi la cuarta parte de la población activa española está en paro, mientras que el paro afecta al 14,2% de esa misma población activa con estudios superiores”. Los datos agregados parecen mostrar un panorama muy positivo para nuestro Talento universitario. Pero son sólo eso, datos agregados, estadísticas de personas que aparecen en las cifras oficiales y que, por tanto, deben figurar en las bases de datos de desempleados.

¿Están nuestros egresados universitarios en esas listas? ¿Cuántos han partido hacia otros países en busca de mejores oportunidades de empleo, después de deambular por cientos de entrevistas y puestos de trabajo mal considerados y raquíticamente remunerados? El estudio realizado a finales de 2013 por el Real Instituto Elcano a 1.182 españoles que han emigrado muestra que el 91% de quienes han abandonado España tienen estudios universitarios. Al consultarles los motivos de su marcha, el 38% dijo no ver un futuro para el país, el 32% quería ampliar su formación y el 30% dijo no tener empleo y salía en busca de uno.

Son muchas las personas con estudios universitarios que declaran que emigran por no encontrar en nuestro país respuesta a sus expectativas profesionales y personales. ¿Qué hemos hecho mal en la Universidad? ¿Hacia dónde estábamos mirando las universidades españolas cuando configuramos los nuevos planes de estudios que dieron lugar a la amplia estructura actual de grados y postgrados?

Quizás estemos todavía a tiempo de virar. Para ello, los Gobiernos y las Universidades españolas deberían de dejar de mirar desde cada individualidad y trabajar conjuntamente en un horizonte, con la perspectiva necesaria para que el Talento que sale de nuestras aulas sea el artífice que permita a nuestro país alcanzar los niveles de desarrollo económico y social que le corresponden en la esfera internacional.

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