Rioja y Oro

El mono de Ralph Lauren y una pelea de antiguas reinas

  • El uniforme de pintor se pone de moda y alcanza los 600 euros

  • La Gemio y la Campos protagonizan un sonoro enfrentamiento en su destierro televisivo

El mono de pintor que vende  Ralph Lauren por 600 euros.

El mono de pintor que vende Ralph Lauren por 600 euros. / D. S.

Escribo estas líneas -con copa de cisco carbón a mis pies, ya que no está la cosa para mucho despilfarro eléctrico- cuando me percato de que hay un día internacional dedicado a la croqueta, ese manjar de dioses (y algún que otro demonio) que es el convidado perfecto en cualquier buena recepción que se precie. Sí, aquellos actos de sociedad que han pasado a mejor vida con la dichosa pandemia, que a este paso va a contabilizar tantas olas como la mítica canción de la Jurado. Como una ola de placer es lo que provoca este plato gastronómico cuando su ocre envoltura (marchando una ración bien despachada de cursilería) se deshace en el paladar de los mortales. Éxtasis, como el de Santa Teresa, pero mucho más banal de los que experimentaba la mística abulense. 

Mis preferidas son las de puchero, que con estos fríos entonan muy bien los cuerpos. Una croqueta con los avíos del puchero supone una severa rotundidad en la boca de los presentes. Poca cosas pueden colmatar más las papilas gustativas de un convidado a casa (cuando pueda retomarse esta costumbre). Usted le da a probar tres croquetas de las que han salido del delicioso y calórico caldo, y su invitado puede darse ya por medio almorzado. Y si es en horas de cena, ni le cuento. Directo a la cama (con sábanas de franela, que no está la cosa para constiparse). 

La croqueta, además, es un alimento bastante versátil. Le cabe todo (no me sean mal pensados, que con estos fríos el subconsciente también se queda a menos cero). En contenido, formas y textura. Las hay de las que salpican. De esas que están hechas con una bechamel muy, muy fina; cual seda láctea en lengua rosada (vayan pidiendo almax para digerir esta definición tan empalagosa). Son las llamadas croquetas explosivas (como las de Casa Ricardo, en el sevillano barrio de San Lorenzo), que requieren de un mono de trabajo para degustarlas, a riesgo de que su ropa quede estampada de salsa blanca. (¿Se acuerdan de Mónica Lewinsky?)

Un uniforme que se cotiza caro

Sí, he dicho mono, ese uniforme de trabajo tan usual en los pintores que encalan las fachadas de las casas andaluzas cuando llegan -o llegaban- las grandes fiestas de ciudades y pueblos. Y, además, dicha indumentaria está de última, de ultimísima y carísima moda. Especialmente después de que Ralph Lauren haya sacado al mercado un mono azul con lamparones de pintura. Como lo leen. Cuando el pintor (o pintora, que aquí siempre abogamos por la igualdad de género) vaya a su casa, hágaselo saber. Lo que lleva encima se cotiza bastante alto: 600 euros en temporada normal y 489 en rebajas. El tejido con el que está confeccionada esta proletaria prenda es satén de algodón japonés en color azul. Con sus bolsillos cuadrados y sus manchas de todos los colores, como si su anterior usuario se hubiera dedicado a probar todas las posibilidades habidas y por haber en el catálogo del Pantone.

Y es que la pandemia ha vuelto a la moda muy doméstica. Muy de andar por casa, para que ustedes me entiendan. Se empezó con las medias rotas de Gucci y se continuó con el pack de fregona y cubo vintage de Zara Home, del que se agotaron las existencias. Falta ahora que alguna firma destacada nos sorprenda con una línea de guatinés acolchados, con cuello y botonadura para soportar, sin perder un ápice de glamour, el autoconfinamiento al que nos invitan los políticos ante una tercera ola que dicen que será peor que las dos primeras. Como no hay dos sin tres, también pido una línea de babuchas, con tela de paño y a cuadros, para que los pinreles no se queden como el icónico protagonista de El Resplandor en estos días en los que el grajo no es que vuele bajo, es que se ha quedado directamente adherido al suelo.

Pelea en Youtube

Todo sea por guardar la elegancia y la compostura en esta época aciaga de restricciones. Elegancia y compostura -me dicen- no fue precisamente lo que demostraron la Gemio y la Campos en la sonora entrevista de la que se han hecho eco las revistas del corazón esta semana. Resulta que la que fuera pareja de Nilo Manrique invitó a la ex de Bigote Arrocet a una entrevista en su canal de Yotube, en justa correspondencia a la que la malagueña le había realizado semanas antes en su otro canal (tanto monta, monta tanto). Pues resulta que la que fuera presentadora de Sorpresa, Sorpresa intentó halagar a la chica Hermida y le salió el tiro por la culata, de tal forma que la bala le acabó impactando en sus oídos cuando la madre de Terelu la llamó, por corto y en derecho, "cerda" (animal, por cierto, del que se extrae el jamón con el que también se elabora otra especialidad de croquetas). Y todo por recordarle que a sus 80 años aún estaba activa. En asuntos de la edad, como decían mis ancestros, mejor ni preguntar ni referir. 

La Campos y la Gemio han protagonizado una sonora pelea. La Campos y la Gemio han protagonizado una sonora pelea.

La Campos y la Gemio han protagonizado una sonora pelea. / D. S.

La cuestión es que la tensión estuvo servida desde el minuto uno y fue a más. Un plato -sigamos con el arte culinario- de ingrato gusto y del que ambas comunicadoras se han despachado bastante bien en días posteriores. Una polémica que viene a ser al mundo de la televisión como las Postrimerías de Valdés Leal, cuadro barroco en el que todo reino carnal -ahora sí toca ponerse místico- fenece ante la única verdad a la que todo ser viviente está condenado. "No miente usted a la parca, que no están los ánimos para eso". No, no. Me refiero a que Gemio y Campos hace tiempo ya que fueron desterradas de las grandes cadenas de televisión, y ahora expían años de protagonismo en el purgatorio de los youtubers e influencers, como principiantes, sin trono ni corona. 

Y es que la fama, como la vida, pasa en un abrir y cerrar de ojos. Los que ayer te enaltecían, hoy te defenestran. Si hace unos años triunfabas en el prime time televisivo, ahora tus apariciones son carne de meme en una España con demasiadas horas encerrada en casa y un largo tiempo para imaginar. "Sí, sí. Todo eso está muy bien, pero que dicen que entre la escasa empatía de la Gemio y la excesiva sinceridad de la Campos, la entrevista ha puesto fin a 30 años de amistad". Nada que no pueda arreglar una buena ración de croquetas. Cuidado, que queman. 

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