Análisis

Quinta ola

  • La situación actual sigue requiriendo medidas que limiten la interacción social

Inmersos en la quinta ola de la pandemia Covid-19 en toda España, afrontamos el reto de conseguir parar el enorme incremento de la incidencia de nuevos casos que afecta al conjunto de la población aunque en especial, a los más jóvenes. La situación de la población más joven que aún no dispone de la inmunidad que se puede adquirir mediante la aplicación de vacunas, les hace susceptibles de sufrir la infección.

Es cierto que esta quinta ola golpea en nuestro país en una situación en la que afortunadamente la inmensa mayoría de los mayores de 50 años presenta una adecuada protección inmunitaria por disponer de la pauta completa. Concretamente, los mayores de 50 a 59 años presentan una protección inmunitaria de un 86%, los mayores de 60 a 69 años en un 84%, los mayores de 70 a 79 años en un 97% y los mayores de 80 años en un 100%.

La consecuencia de esta muy buena cobertura es que el impacto actual de la pandemia es mucho menor que en la población general y, por tanto, la incidencia de nuevos casos es mucho menor que en la población general y el impacto en mortalidad es ya mínimo. El programa de vacunación está dando un muy buen resultado.

Pero, a pesar de todo esto, llevamos varias semanas en las que tanto los indicadores de incidencia suben de forma imparable como la presión asistencial comienza a crecer con un cambio cualitativo en cuanto al perfil de ingresos en camas de hospitalización general, como en UCI. Cada vez hay más casos de gente más joven en nuestros servicios hospitalarios y, también, en los centros de Atención Primaria.

La Atención Primaria sufre, además, una difícil situación por escasez e insuficiencia de recursos siendo esta realidad un condicionante para la sobrecarga de trabajo que sufren los profesionales y para hacer difícil el control real de la transmisión comunitaria que no se termina de contener mediante el rastreo y las cuarentenas. No hay recursos suficientes para ello.

La situación actual requiere la puesta en marcha de medidas que limiten la interacción social si se quiere conseguir el objetivo de contener esta quinta ola que, además de generar daños en la salud, lastra las posibilidades de la recuperación económica y en especial la ligada al turismo.

Desde el punto de vista de la salud pública, la limitación del horario de ocio nocturno, los toques de queda o el control de los grandes eventos de masas deben seguir considerándose medidas imprescindibles que, de no adoptarse, condicionaran un mayor impacto de esta quinta ola.

Junto a la enorme distribución de la variante delta cuya mayor capacidad infectiva parece estar demostrada, los espacios de mayor interacción social favorecen la enorme intensidad de la actual quinta ola.

La afectación de la enfermedad en cualquier grupo de edad nos debe llevar a no cruzarnos de brazos, tomar medidas de control de la interacción social, acciones de pedagogía para que todos conozcan que esta enfermedad daña la salud en serio y refuerzo del programa de vacunas para que cuanto antes se pueda, la protección inmunitaria llegue al máximo posible de la población.

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