Opinión

¡Por fin es Viernes!

  • Leído en Carrera Oficial - COPE

NO falla. Es llegar el viernes y volverse loco el personal. Creo que todos hemos recibido en más de una ocasión audios, memes y demás memeces de dudoso gusto, con personajes grotescos que danzan al son entre sintonías y alaridos, no menos mamarrachentos, que nos avisan que ¡Por fin es viernes!

Y estas danzas y estos gritos, en clave de mensaje "aviso a toda la población", llevan un claro discurso libertador ante el fin de las clases académicas y de la jornada laboral para muchos. ¡Por fin es viernes!. Venga, no me digan que no lo han recibido, o lo que es peor, que no lo hemos reenviado a todo nuestros contactos de tantos amigos que las redes sociales dicen que tenemos. Los amigos con los dedos de una mano, que decía mi madre.

¡Por fin es viernes! Y no les voy a negar la sensación de bienestar que produce el grito de ardoz guerrero. ¡Por fin es viernes! A nadie le amarga un dulce, o mejor aún, una torrija.

Pero del viernes que hoy les hablo desde este "mi Palquillo", es sin lugar a dudas uno de esos viernes más bonitos del año. Prólogo del Viernes Santo, que marca y rompe en dos nuestra cuaresma, el primer viernes de marzo. Aquel que hemos dejado atrás hace unos días y que es sin lugar a dudas la jornada más penitencial de este tiempo de gracia.

Y no es solo por mi condición de cofrade de las Tres Caídas, que también, sino porque es sencillamente una jornada especial y mágica, llena de detalles, fervores, promesas y tradiciones muy nuestras.

Un viernes que comienza cuando nace el nuevo día, al filo de la medianoche entre cantos del miserere tras una cruz antigua, que se alumbra con cirios tinieblas por San Lucas. Noche de reencuentros en donde todo se repite deliciosamente. Noche de turnos de vela entre termos de café y cuerpecito de mañana de Viernes Santo al día siguiente. Aquí se paran los pulsos y también los tiempos.

Día de largas colas para besar los pies benditos del Nazareno Caído, del Señor Cautivo por Santa Rita con el torno de pasteles de nuestro Antonio Moure en su pregón. Día para reconocer a Cristo...¡Y que Cristo! pendiente de la verdadera cruz que se custodia por San Juan de los Caballeros, de encontrar Amparo en el Nazareno grande del Pelirón, donde la cruz también es protagonistas entre negras tocas y sayos de estameña, a imagen y semejanza de Madre Angelita. Día de velitas de promesas cumplidas y otras tantas por pedir. Día de dar las gracias con un amén en los labios, de vigilia con guisos cuaresmales y de inciensos que se esacapan por entre nuestras sacristias...Misericordia Señor, que hemos pecado.

¡Por fin es viernes! Pero oigan... ¡Qué viernes! El primer viernes de marzo.

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