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Un conjunto de valores para exportar

  • El coronel de la Guardia Civil Jesús Núñez, doctor en Historia, ingresa en la Real Academia Hispanoamericana con un discurso en el que repasa la influencia de la Benemérita en Sudamérica

El coronel Jesús Núñez dialoga con Felicidad Rodríguez y con el subdelegado José Pacheco antes del acto.

El coronel Jesús Núñez dialoga con Felicidad Rodríguez y con el subdelegado José Pacheco antes del acto. / Julio González

El historiador y coronel de la Guardia Civil Jesús Narciso Núñez Calvo ya ejerce como académico correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras. Su ingreso se produjo ayer tarde en una sesión celebrada en el salón de grados de la Facultad de Medicina de Cádiz, en la que el nuevo académico dedicó su discurso de ingreso a ‘El predicamento de la Cartilla del Guardia Civil en las fuerzas y cuerpos de seguridad de los países hispanoamericanos’. El académico de número José María García León fue el encargado de presentar al nuevo miembro de la Academia que dirige Felicidad Rodríguez.

Jesús Núñez, cuya candidatura fue respaldada por Rosario Martínez, Manuel Ramos y por la propia directora de la entidad, repasó en su discurso la influencia que la Guardia Civil ejerció en la creación de las fuerzas de seguridad en los países  hispanoamericanos, una vez que estos lograron culminar su proceso de independencia, y cómo la Cartilla de la Benemérita, el código de conducta surgido del impulso del duque de Ahumada, tuvo también su reflejo más allá del Atlántico.

Comenzó Núñez su discurso recordando sus propias raíces latinoamericanas con tatarabuelos y bisabuelos nacidos en Puerto Rico y Cuba, y también los sucesivos destinos en los que ha estado presente como guardia civil (Venezuela, Nicaragua y Guatemala), así como la intensa relación profesional que, a lo largo de su trayectoria, ha mantenido con numerosos miembros de las fuerzas de seguridad hispanoamericanas.

Y en su calidad de historiador, Núñez continuó su discurso de ingreso ofreciendo una somera pero muy completa reseña acerca de la historia de la Guardia Civil, de los motivos de su creación entre 1844 y 1845, de los procesos administrativos, legales y gubernamentales que acabaron por dar forma al proyecto del Duque de Ahumada y, sobre todo, a ese código de conducta, a la circular del duque que acabó denominándose cartilla y en la que tanto insistió su creador y que forma parte de la base misma de la institución.

“Apenas habían transcurrido cinco meses desde la creación del nuevo cuerpo y la institución ya contaba con una organización, una estructura, una plantilla, un reglamento de servicio y un reglamento militar. Sin embargo, le faltaba para completar la trilogía lo más importante: un código deontológico, un código de conducta que fijara los principios éticos por los que debían regirse quienes constituían la Guardia Civil. Una institución sin recias reglas morales estaba abocada a su pronta desaparición y el benemérito Instituto había nacido para perdurar”, explicó Núñez.

El nuevo académico alabó también la labor que históricamente ha ejercido la Benemérita: “Grande por tener, tanto el más extenso despliegue territorial en España y sus colonias de Ultramar, como el mayor número de efectivos que cualquier otra fuerza o cuerpo de seguridad pública. Eficaz porque consiguió que los caminos de la nación fueran seguros, erradicando definitivamente el bandolerismo, lo cual nunca había sido logrado con anterioridad. Y de robusta vida porque sobrevivió a sucesivas guerras civiles, saliendo siempre fortalecida, a pesar de los sucesivos cambios de gobierno, regímenes políticos y guerras civiles. Transcurridos más de 177 años desde su fundación, la Guardia Civil continúa siendo el cuerpo de seguridad español con más extenso despliegue territorial y con mayor número de efectivos”.

Aquella circular que el Duque de Ahumada acabó de redactar, precisamente, en Villamartín, exigía, entre otras obligaciones, que el guardia civil fuera “un modelo de moralidad; que fuera “prudente sin debilidad, firme sin violencia y político sin bajeza”; que mantuviera “un correcto estado de aseo”; que los guardias civiles supieran “leer y escribir...”.

“Todos esos principios y valores que el Duque de Ahumada había redactado, plasmado y difundido en dicha circular –dijo Núñez– constituirían parte fundamental de los cimientos sobre los que se asentaría la Cartilla. Con ella se pretendía conseguir los mejores guardias civiles posibles, a través de una recia formación moral y humana, inculcándoles los valores más identificativos del nuevo Cuerpo: abnegación, amor al servicio, austeridad, disciplina, espíritu benemérito y sacrificio”.

Unos valores que con el transcurrir de los años inspiraron también fuerzas de seguridad en países de ultramar como Cuba, Puerto Rico o Filipinas, y en otros muchos países a los que los guardias civiles viajaron, ellos y su "deontológica cartilla”, para servir de modelo a los nuevos cuerpos policiales.

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