La casa que hoy mostramos destaca por su originalidad y ubicación. La edificación se encuentra sobre un antiguo batán, que era un lugar de casas antiguas de molinos que, con la fuerza del río, abatanaban las lanas con que se hacían las mantas de Grazalema. Sus propietarios han hecho esta edificación con materiales reciclados inspirados en las antiguas casas que se ubicaban en la zona a finales del siglo XIX y principio del XX.

La casa refleja el buen gusto de sus propietarios, tanto en los materiales elegidos como en la proporción del diseño de sus espacios, todo ello en un entorno único donde predomina el verde y el agua.

La casa ocupa unos 300 metros aproximadamente repartidos en un gran salón, en un comedor, tres dormitorios con sus baños y vestidores y la cocina.

Merendero en el exterior.

Para las paredes de la casa se ha utilizado el mortero de cal, eligiendo diferentes colores dependiendo de la estancia. Merece también destacar los techos de madera de los diferentes espacios y su color.

El salón lo preside una chimenea alta de mampostería que utiliza pequeños azulejos antiguos de cerámica sevillana en su decoración. A ello le acompaña un juego de sofás y un canapé, cubiertos con telas en colores turquesas y blancas, en torno a una mesa central baja pintada en las mismas tonalidades. Encima de la chimenea cuelga un original espejo de ramas de árbol y lo acompaña un retrato familiar y grabados.

Junto al salón se encuentra el comedor. En su parte central se ubica una mesa de gran tamaño tipo tocinera junto con un conjunto de sillas de enea. Entre sus muebles auxiliares destaca una pareja de chineros de caoba de estilo isabelino. Unas alacenas con antiguas puertas decapadas en color blanco roto se sitúan en un lateral. El interior de las alacenas combina objetos decorativos de cerámicas junto con libros, y en su parte superior se apoya una gran variedad de vinos. Entre el comedor y el salón se ha ocupado un espacio de estar con un canapé decapado en blanco roto y tapizado con una tela de cuadro color rojo y azul dando colorido al entorno. Un cuadro moderno, con una gran variedad de colores cuelga en la parte superior del canapé descrito.

La cocina es otro de los espacios donde destaca la importancia de la estética y de la proporción. Combina azulejos antiguos de cerámicas y mármol en el revestimiento de sus paredes y en la encimera. Todo ello junto al color turquesa de su mobiliario. Entre su muebles se apoya en una de sus encimera una vitrina de madera de pino con malla de gallinero. El suelo de todas estas estancias descritas son de barro.

Los dormitorios, con sus nombres propios, se ubican en estancias independientes y se comunican con la zona de recibo por unas escaleras.Todos ellos con vistas a la vegetación del exterior, donde se puede oír la caída del agua, creando una atmósfera única e idílica que acompaña al espacio.

Uno de los dormitorios.

Los dormitorios usan también en todas sus paredes el mortero de cal. Cada uno tiene un color diferentes, utilizando el beige, el rojo marroquí o el verde turquesa dependiendo de su decoración. Diferentes cabeceros presiden los dormitorio, utilizando para uno de ello una antigua puerta con escenas de viajes pintadas por el paisajista Jesús Gómez. En otra de las habitaciones se ubica como cabecero un antiguo textil que se utilizaba en el recubrimiento en las jaimas en el desierto, y en el tercer dormitorio, una pareja de cabeceros decapados en color crema. También para los baños se han utilizado diferentes colores que lo han combinado con materiales de cerámica e hidráulicos para sus suelos y revestimientos. Los lavabos son de piedras con un diseño diferente en cada baño. Todo ello se encuentra ubicado en un enclave único con un jardín protagonizado por el ruido del agua, diseñado por el paisajista Jesús Gómez.