Huelva Paranormal

Investigación paranormal y un susto de muerte en un cortijo abandonado de Huelva

  • La investigación paranormal en lugares presuntamente encantados siempre es motivo de interés y también de actuar con cuidado, con precaución. En ocasiones la persona se puede encontrar con sorpresas que son desagradables y que lo “sobrenatural” origine un impacto difícil de superar

1 Vieron que se acercaba una sombra y salieron corriendo sin cerrar la sesión de ‘ouija’.

1 Vieron que se acercaba una sombra y salieron corriendo sin cerrar la sesión de ‘ouija’.

El caso que les quiero contar nos lleva un viejo cortijo en las afueras de Huelva, una casa de campo abandonada donde “dicen que pasan cosas raras”, según uno de sus protagonistas. No sé si movidos por el afán de investigación o no, pero un grupo de cuatro amigos deciden ir en sus motos hasta este lugar. “No hay mucha distancia, unos 20 kilómetros, más o menos, desde Huelva hasta allí. Nos habían dicho que había mucha actividad y por eso quisimos ir, pero claro… nosotros vemos mucho ‘Cuarto Milenio’ y demás, pero no somos profesionales de la investigación como los que salen en ‘Buscadores de Fantasmas’, decía Mario, denotando en sus palabras su afición por este tipo de temas.

“Quedamos en ir el viernes por la noche. No hicimos planes y fuimos en las dos motos. El cortijo está abandonado y, de hecho, está apartado para encontrarlo, tienes que saber donde está, porque si no, no lo encuentras. Llegamos, dejamos las dos motos aparcadas y entramos dentro. Nos pusimos en el salón junto a la chimenea, hacía frío y quisimos estar todos juntos, aunque dijimos de dividirnos. Nos mantuvimos todos juntos, como digo, e hicimos todo lo que hacen en la televisión. Pusimos nuestras grabadoras en la chimenea y nos pusimos a explorar la casa. La verdad es que está en mal estado pero no hay señales de haber ido nadie allí a destrozar. Entonces fue cuando sentimos atrás unas pisadas, como si alguien estuviera también en la casa. Nos quedamos parados esperando y, efectivamente, sentimos como si alguien pisara. Entonces Manolo dijo: “¿Hay alguien ahí?” y nadie respondió, nos volvimos y no había nadie. Miramos las motos y no había nadie. Nos quedamos observando y Luis encendió unas velas que sacó de la mochila. Hicimos una serie de grabaciones para captar psicofonías pero no logramos grabar nada. De nuevo Luis sacó de la mochila otra cosa: era una tabla de ouija pequeña y dijo de hacer una sesión allí e invocar. Nadie sabía hacerlo pero Lolo [que no es Manolo, el otro protagonista], dijo que él había visto hacerla. Entonces pusimos dos dedos y comenzamos a preguntar lo típico. Fue una sensación rara porque el ‘máster’ se movía de verdad, e iba muy rápido. Nos dijo que se llamaba Isidro y que vivía allí, no sabía que estaba muerto y que buscaba a sus hijos y a su mujer. Claro, el tema nos dejó helados. Entre nosotros nos preguntamos que quién lo estaba moviendo pero nadie confesó nada. Entonces Lolo le dijo que diera una señal, y sentimos claramente cómo golpeaban una puerta. Preguntamos si había sido él y nos dijo que sí. Ya ahí, los nervios estaban de punta...”, decía Mario.

Pero la situación se complicó: “Lolo le dijo si podría dejarse verse y, casi de guasa, dijo que entonces lo hiciera... Sentimos unos pasos y vimos cómo una sombra grande entraba por la puerta. Estaba como a unos cuatro metros de nosotros. El susto fue de muerte y salimos corriendo. Cuando comenzamos la sesión de ouija habíamos guardado todo excepto las velas y la tabla. No dio tiempo a mucho: Luis salió corriendo tirando de su mochila y, por instinto, al verlo a él correr, corrimos los demás... Dejamos allí velas, ouija y máster, y allí se quedaron. Fíjate si teníamos miedo que ni arrancamos las motos, la cogimos y a la carrera nos la llevamos hasta que, por lo menos, a cien metros de la casa ya metimos la llave, arrancamos y salimos corriendo”, confesaba.

“Al llegar a casa, ya en Huelva, dijimos de no contar nada a nadie, pero... ¿Sabes? En casa de Lolo están pasando cosas, dice que se escuchan pasos y hay bajadas de temperatura y, claro, nos preguntamos si puede ser o no de eso, no lo sabemos”, me consultaba. La recomendación que les dieron fue que volvieran al sitio y cerraran la sesión de ouija, algo que no se atrevían a hacer, aunque al final, debido a la intensidad de lo que sucedía en casa de este amigo, se decidieron a ir: “Fue rápido, había pasado una semana, pero allí estaba todo como lo dejamos. No va nadie, es un sitio virgen, y entramos. A plena luz del día, ya no era de noche, y cerramos la sesión. Fueron apenas unos minutos. Luego quemamos el tablero y el máster y dijimos de no volver ni al sitio ni a hacer una ouija”, concluía.

Es la experiencia negativa que tuvieron estos chicos en el terreno de la investigación paranormal y de “jugar” con el mal llamado juego de la ouija.

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