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Una ciudad puesta de pie

  • De Jerez a Nueva York. Pive Amador propuso en un libro un viaje a la historia de la música popular con final de trayecto en la ciudad de Nueva York, que hoy recuerda el 11-S

Mi amigo Nino ha vuelto maravillado de su primera visita a Nueva York. Mi amigo Paco Millán, hijo de quien con esas mismas credenciales dirigió el primer festival de cine de Sevilla que trajo nada menos que a Otto Preminger, se ha ido un año a probar en los tentáculos de esta ciudad-mundo sacudida hace 16 años por los hechiceros del terror. Moloch quiso sacudir en el corazón de la torre de Babel, esa ciudad mágica en la que como dice Abelardo, que abrió duplicado su local de novedades Intrusa en las Setas, no es un buen sitio para aprender inglés porque todo el mundo habla español. De Nueva York, con su trilogía neoyorquina, pasó por España Paul Auster, que homenajea en su último libro al Gordo y el Flaco.

Hay una manera excitante para viajar desde Sevilla hasta Nueva York. Hay que ir hasta el aeropuerto de Jerez con un billete impreso con versos de Federico García Lorca: "¡Oh ciudad de los gitanos! ¿Quién te vio y no te rcuerda?". Son las palabras que abren el libro de Pive Amador De Jerez a Nueva York. Una historia de la música popular (Fundación José Manuel Lara). Curiosamente, en Sevilla la Puerta de Jerez, con estación de Metro, que es como un aeropuerto subterráneo, está muy próxima al muelle de Nueva York.

Desde Nueva York vino a las librerías la nueva novela de Paul Auster, embajador literario

Pive, el que fuera mánager y batería de Silvio, aquel rockero que emuló al Ave Fénix cuando murió Elvis Presley el 16 de agosto de 1977, inicia su viaje en 1749, porque esa fecha de mediados del siglo XVIII es cuando el Gobierno de España edita una pragmática en virtud de la cual los egipcianos, los gitanos del poema de Lorca, deben ser apresados. Allí reinarían dos siglos después referentes tan potentes de la gitanería como Lola Flores, Rafael de Paula o José Mercé.

En el libro, para llegar a Sevilla hay que hacer escalas en Nueva Orleans, Lisboa, Nápoles y Salvador de Bahía. Nueva York es una de las diez ciudades norteamericanas en este recorrido por la música popular. El autor la ubica como final de trayecto en 1975, un año esencial en la música de Sevilla: el 14 de abril de ese año, el grupo Triana, comandado por Jesús de la Rosa, edita su primer disco, que apareció con el título de El Patio y una portada espectacular de Máximo Moreno.

El viaje sigue por ciudades europeas (Madrid, Viena), cruza el charco para oír músicas en Buenos Aires y Santiago de Cuba, espejo oceánico de Cádiz, que afrancesado con la Pepa atravesada viaja hasta París para volver a La Habana. En Memphis suena Elvis y en Chicago ahora se cumple un siglo de la nueva política migratoria que animó a muchos negros a viajar hasta la ciudad de los primeros rascacielos, donde tiene su estudio César Pelli.

Granada, Barcelona, Liverpool y Londres completan el atlas de ciudades europeas. En el regreso a América, hay que cruzar el puente de San Francisco, vivir las Historias de Filadelfia y oír el reggae de Kingston, capital de Jamaica, como el que suena en el anuncio de Usain Bolt.

El 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada, está unido a dos muertes de genios de la música ocurridas en la ciudad de Nueva York. En 1980, en las postrimerías del año del 28-F y los Juegos Olímpicos de Moscú que proclamaron a Samaranch, un tipo asesinaba a John Lennon en la puerta del edificio Dakota.

Antonio Carlos Jobim, el compositor de La chica de Ipanema, moría de un infarto en esa ciudad el 8 de diciembre de 1994, el año del Mundial de los Estados Unidos, el único cuya final terminó sin goles. El mayor absurdo para un aficionado al deporte en los Estados Unidos.

Uno de los responsables de que Nueva York no sea un buen destino para aprender inglés se llama Xavier Cugat. Catalán de nacimiento, criado en La Habana, Pive Amador le da su justo sitio. Divulgó en Estados Unidos la rumba cubana (la catalana nace en Mataró en 1945) y entre 1932 y 1947, incluidas República, guerra y posguerra española, la orquesta que dirigía Xavier Cugat fue la titular de todas las fiestas que se organizaban en el Waldorf Astoria de Nueva York, ese hotel que uno asocia con escenas de El halcón maltés. En 1936 hizo su presentación en Nueva York Carmen Amaya, despertando la admiración de Orson Welles, Charlie Chaplin y Greta Garbo.

Además de la nueva política migratoria de Chicago, Pive Amador da cuenta de otro centenario importante: en un cabaret de Nueva York, en 1917, un grupo de músicos blancos de Nueva Orleans grabó el primer disco en el que aparece la palabra jazz, esa música que tanto se acercó al flamenco y que preside el relato de Cortázar El perseguidor.

16 años del magnicidio más televisado de la historia. Todos recordamos dónde estábamos. "Una ciudad puesta de pie" (Celine, Viaje al fin de la tierra). "New York, New York…". Con estas palabras termina su libro Pive Amador. Es la canción que a la ciudad donde también nació Melville, el creador de Moby Dick, le dedicó Frank Sinatra, y que el alcalde proclamó en 1981 como himno oficial de la ciudad.

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