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José López Barneo. Premio Nacional de Investigación 2023

"En España se premia muy poco la investigación"

José López Barneo, en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIs)

José López Barneo, en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIs) / Juan Carlos Vázquez

José López Barneo (Jaén, 1952) lleva 30 años recibiendo premios. Exhala ciencia y pasión por la investigación. Es doctor en Medicina y Cirugía y Catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina de Sevilla, ya en condición de emérito. En 2006, fundó el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), en simbiosis con el Hospital Universitario Virgen del Rocío, del que fue director entre 2006-2020. Aunque se formó de manera intermitente en el extranjero y tuvo ofertas muy interesantes lejos de nuestras fronteras, prefirió seguir arremangado en Andalucía y España por compromiso con su tierra. Sus líneas de investigación fundamentales se relacionan con las respuestas celulares a la hipoxia y la neurodegeneración y la terapia celular aplicada al Parkinson. Rehúye del término de "una rata de laboratorio" y, entre sus aficiones, está la lectura, la música, el cine, el deporte y tocar la guitarra eléctrica y el piano.

–Premio Nacional de Investigación... ¿Cómo ha llegado hasta ahí?

– Tengo que reconocer que este premio ya lo había solicitado en otra ocasión y no me lo dieron. Ésta era la segunda vez que me había propuesto la Universidad de Sevilla, con la fortuna de que ahora sí me lo han concedido y no puedo decir más que es todo un privilegio para mí, sobre todo, por lo que representa y las personas que ya lo han recibido previamente. En mi caso, comencé a hacer investigación hace 50 años y he tenido largos procesos de formación en Sevilla, pero también en el extranjero, en EEUU y Francia, entre otros lugares, pero siempre he vuelto y, a nivel de institución, he estado siempre vinculado a España. Entiendo que todo eso se ha tenido en cuenta.

–En esa ruta formativa por todo el mundo habrá encontrado muchos contrastes...

–Muchísimos. Yo siempre tuve vocación médica, pero también científica, y ya al principio de mi carrera profesional, cuando ejercí la Medicina, me di cuenta de que aquí era muy difícil combinar ambas cosas. En los años 70 en España se estaba muy atrasado a la hora de hacer investigación bioquímica. Me vi obligado irme a formarme al extranjero para poder aprender y conseguir el nivel suficiente para ser un investigador competitivo porque aquí era muy difícil. En Francia y EEUU había ya en esa época siglos de desarrollo científico y tenían laboratorios de investigación bien montados y universidades con equipos científicos sólidos. Son etapas que han marcada mi vida, pero obligadas porque en mis orígenes partía de una situación de atraso científico muy grande en España y eso nos pasó a muchos de mi generación.

–¿Diría que es fácil investigar en España?

– Podemos decir que en los últimos 50 años ha habido un cambio muy importante. Hemos conseguido un nivel de desarrollo en ciencia, quizás no todo lo alto que a mí me gustaría, y que yo creo que nos merecemos los españoles, pero sí ha habido cambios en general. Y en Andalucía, en particular, también. Entonces, sí, es fácil investigar en España, pero no es tan fácil como en otros sitios, sobre todo, porque, aunque tenemos infraestructuras científicas, también tenemos un sistema organizativo muy deficiente.

–Los investigadores claman en nuestro país contra la burocracia que les impide avanzar al tener que estar constantemente justificando las ayudas que reciben...

–Efectivamente. Tenemos mucha burocracia que nos ahoga a la hora de hacer ciencia y muy amplios límites económicos para hacer investigación, que son mucho mayores que los que se tienen en otros países. Todo eso hace que, todavía, investigar en España en general, y en concreto en Andalucía, sea más difícil que investigar en otro sitio. Entiendo que son cuestiones aplicadas con las mejores de las intenciones para controlar el gasto, pero que, en el campo científico, acaban estrangulando al investigador. En otros países se hace ese control del gasto también, pero a posteriori, lo que da más libertad. Pero, además, hay países en los que existen sistemas en los que la investigación se premia más a nivel retributivo o económico. Por ejemplo, un docente que, además, hace investigación, tiene una remuneración mucho mayor. Y aquí, en España se premia muy poco.

–Fue el principal impulsor del Instituto de Biomedicina de Sevilla. ¿Cuál diría que es la aportación de este centro a la ciencia mundial?

–Podemos decir que en este centro hay varios campos, como por ejemplo, el área de neurociencias o Alzheimer y Parkinson, que cuentan con grupos de investigación y observaciones científica que están haciendo trabajos de primer nivel en el ámbito internacional y se están haciendo aquí. También hay trabajos de investigación competitiva de primera fila mundial sobre cómo el cuerpo reacciona o mide los cambios de oxígeno o en determinados aspectos de algunos tipos de cánceres. En definitiva, de todos los campos que tocamos hay puntos de avances y contamos con profesionales que se tutean con importantes grupos internacionales. También es importante este centro a nivel mundial por el propio concepto. Es de los pocos que hay en España y en el mundo que aúnan investigadores moleculares, que están tocando genes, con otros compañeros que están en el hospital viendo o interviniendo a pacientes.  

–Ha dirigido trabajos que destacan por el desarrollo de innovadoras estrategias para abordar enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson. ¿Se vislumbra la cura?

–Sinceramente, yo creo que la cura del Parkinson va a ser difícil, en general, como en el resto de enfermedades neurodegenerativas. Habría que atacar a la causa de la enfermedad, algo que desconocemos, y que, además, no creemos que responda a una concreta. Yo diría que el reto está más en cuándo empezar a tratarlo. Yo vislumbro que va a haber un avance importante, y ya se está viendo, en mejorar el tratamiento sintomático, es decir, en mejorar los síntomas para que le afecte a la persona lo menos posible, y también en entender el curso de la enfermedad y hacer que, una vez que se diagnostica, aparezca más tardíamente.

–La dotación del Premio Nacional de Investigación es de 30.000 euros. Aunque esté mal visto hablar de dinero, ¿puede decir a qué los destinará?

–Sinceramente, a nada concreto. Tengo que decir que una parte pequeña ya me la he gastado en invitar a mis colaboradores y amigos para celebrarlo con ellos. Y también, por qué no decirlo, otra parte me lo he gastado en visitar a mi nieto en Boston. El resto lo destinaré a gastos ordinarios en casa.

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