De andar por casa

Flores y objetos: la casa de Fuentebravía que consigue el equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo

El comedor de la casa de Fuentebravía.

El comedor de la casa de Fuentebravía. / Ignacio Casas de Ciria

Hoy la casa que mostramos se ubica en la urbanización de Fuentebravía en El Puerto de Santa María. La pasión por la decoración de su propietaria, así como por las flores y objetos decorativos, y la vocación de su propietario por su profesión en la Armada Española, con su carta náutica y sus metopas, ornamenta los diferentes espacios decorativos de la casa.

La casa ocupa una superficie de 150 metros cuadrados que se reparten en dos plantas. La planta baja con un salón, un comedor, un baño de invitados y una cocina; y la primera planta, con tres dormitorios, cuarto de juegos y dos baños.

La entrada de la casa da la bienvenida con un porche con los muebles de jardín y tapicerías de color crema y cojines de Ikat. Junto al jardín, se ha creado un espacio para un comedor exterior que lo preside una mesa de tablones de madera acompañado de una sillería. En los laterales, para darle dimensión al espacio descrito, se han colgado unas puertas antiguas con espejos de una casa familiar así como un antiguo perchero. Estos dos espacios se encuentran delimitados por un centro de plantas formado con una antigua tinaja y varios lebrillos, creando todo ello una atmósfera tropical.

Por un gran hall se comunica con las diferentes estancias de la casa. Aquí, un gran espejo, procedente de una puerta de un armario isabelino, cuelga en su pared junto a una cómoda de finales del siglo XIX, de madera con tapa de mármol; y en otro de sus laterales, una antigua mesa de juego. Sobre estos dos muebles se apoyan diferentes objetos decorativos y centros de flores. Una carta náutica antigua datada de 1877 de gran formato preside la pared del hall junto con una alfombra persa.

El comedor de la casa es una de las zonas mas frecuentadas por la familia. Una gran mesa de caoba con un conjunto de sillas de caoba tapizada en cretona ocupa la parte central de la estancia. Sobre ella, como objetos decorativos, se apoya una pareja de candeleros y una escultura sobre una pareja de libros antiguos. Uno de sus laterales lo ocupa un aparador chinesco decapado y sobre ello se apoya un espejo alfonsino de gran tamaño y del mismo tono, que aumenta la dimensión de todo el comedor y el salón. En uno de sus laterales se ubica una vitrina que custodia la vajilla familiar de finales del siglo XIX de procedencia familiar. El comedor cuelga en sus paredes pinturas de artistas como María Millán, Cristina Camacho y Palma Martínez Guillán. Todo el espacio descrito lo ilumina una pareja de lamparas de metal con un diseño geométrico.

El salón de la casa lo preside una mesa marroquí , sobre la cual se apoya elementos decorativos como libros, candeleros y figuras étnicas. Le acompaña un conjunto de sofás en tonos beiges y gris. Entre los muebles auxiliares de este espacios destaca una vitrina bureau que guarda entre los recuerdos familiares un sello de lacre de la familia. Una gran variedad de cuadros contemporáneos de pintores como Luis Pérez y Belén León se combina con una antigua pintura de Eloisa Sevilla.

La escalera que comunica con la planta superior, utiliza un Kilim para su decoración colocado como un repostero. A ello le acompaña un curioso heliógrafo y una carta náutica.

En la planta superior, un hall con varias metopas y cartas náuticas comunica con los diferentes dormitorios y baños.

El dormitorio principal, lo ocupa un cabecero tapizado en lino. Para la pared principal utiliza un papel de rayas grises y blancas de la misma tonalidad que el entorno. El baño de esta estancia combina el color gris de la pared con el negro de su grifería y el color natural del lavabo. Unos originales cuadros con paisajes tropicales y enmarcado en caña de bambú cuelga de sus paredes.

La propietaria de la casa en todos sus rincones ha mezclado el estilo clásico con el contemporáneo logrando un equilibrio en su estética.