Literatura

Nicolás Díez: “Granada me parece el perfecto escenario de ficción”

El escritor Nicolás Díez.

El escritor Nicolás Díez. / R. G.

Granada es una ciudad de gran riqueza cultural, ha sido musa de destacados escritores y ha dado origen a muchos otros. Entre ellos descubrimos a Nicolás Díez (Granada, 1980), un escritor motrileño que en los últimos años ha sorprendido con su narrativa. Tiene dos novelas ya en su tercera edición y relatos premiados, que destacan por su estructura y finales abiertos invitando a la reflexión sobre la realidad actual. Tres Tonos de Azul se publicó en 2023 y Cenizas recientemente, ambas por la editorial Viento Norte. Esta última obra es un híbrido, ya que incluye una novela corta que da título al libro y una serie de relatos que comparten un hilo conceptual.

Su vínculo con Granada es innegable, ha logrado capturar la esencia misma de esta ciudad en sus obras literarias. Ambientando sus novelas en los pintorescos paisajes granadinos, Díez Barros ha logrado efectos profundos en sus lectores y en la propia comunidad. Al utilizar a Granada como escenario principal, sus historias se vuelven más vívidas y palpables, llevando al lector local a sumergirse completamente en sus páginas mientras recorre los mismos lugares emblemáticos que el autor describe con tanto detalle. Esta conexión entre la narrativa y la realidad local genera un impacto en nuestra forma de ver Granada.

-Buenos días, Nicolás ¿Por qué elegiste ambientar tus historias en Granada? ¿Qué aspectos de esta ciudad crees que contribuyen a la atmósfera, personajes y desarrollo de la trama?

-Como escritor de narrativa contemporánea, mi principal inquietud es plasmar los entresijos y las complejidades del mundo actual. Y creo que la mejor forma de hacerlo es a través del propio entorno, del lugar en el que uno vive. Tengo la suerte de vivir en Granada, una ciudad que me parece perfecta como escenario de ficción por su historia, por sus contrastes y por su diversidad social. Granada me recuerda a uno de esos cortes geológicos que estudiábamos en el instituto: llena de capas muy distintas que no suelen mezclarse: turismo, granaínos de pura cepa, estudiantes… Creo que es un caldo de cultivo perfecto para hacer ficción; aunque no hay que dejar de lado un aspecto esencial, mucho más sencillo: no hay nada que más seduzca a un lector que perderse por la belleza de nuestras calles. 

Portada de 'Cenizas', último libro de Nicolás Díez. Portada de 'Cenizas', último libro de Nicolás Díez.

Portada de 'Cenizas', último libro de Nicolás Díez. / R. G. (Granada)

-Tonos de Azul es la más granadina de las dos novelas y va ya por su tercera edición, cuénteme un poco sobre el proceso de escritura, ¿de dónde nace esta idea?

-Tres tonos de azul es una novela que recorre la ciudad entera. Su protagonista es un pintor que, mientras visita un piso para alquilar en los Alminares, contempla de manera fortuita una escena que no debería haber visto. A partir de ahí, toda su vida comienza a llenarse de acontecimientos misteriosos relacionados con lo que vio en aquel apartamento supuestamente vacío. Es una novela que está gustando mucho a la gente, y creo que es porque es fácil empatizar con Saúl, su protagonista. Todos hemos vivido situaciones complicadas, momentos que nos desbordan, y precisamente cuando lo único que queremos es superarlos, el mundo nos enseña toda la hostilidad que tiene a su disposición. Una de las ideas esenciales de la novela es que, en la vida, la mayoría de las veces, vamos a terminar encontrando algo muy distinto de lo que buscábamos. Y eso es lo que hace que vivirla merezca la pena.

-Cenizas y el resto de los relatos del libro exploran el miedo y sus diferentes causas y consecuencias. ¿Por qué escribir sobre el miedo, cree que la escritura tiene un poder “sanador”?

-Como digo en la nota aclaratoria previa a la novela, en 2022 atravesé algo parecido a una crisis personal. Lo que ocurre cuando atravesamos un período de este tipo es que somos incapaces de tomar distancia con respecto a nosotros mismos, que suele ser una buena manera de darnos cuenta de lo que nos pasa. En mi caso, decidí afrontar aquello de varias formas, y una de ellas fue haciendo lo que más me gusta: escribir ficción. Y así nació Cenizas. Me encerré en mi estudio a intentar volcar sobre una trama y unos personajes toda la confusión que sentía, todo aquel dolor y aquel miedo que no podía comprender. Así que eso es este libro: un intento desesperado de crear una perspectiva válida para afrontar un estado emocional complejo.

-¿Qué desafíos enfrentó al escribir sobre el miedo de una manera que fuera original y provocativa para tus lectores?

-El desafío más importante con el que cuenta un escritor es el de exponerse a sí mismo. Conceptualmente suena muy bien sentarse frente al ordenador y volcar sobre el papel pensamientos extraídos de nuestras regiones más íntimas, pero cuando uno se da cuenta de que llegará un momento en el que todo eso dejará de ser exclusivamente personal, que perderá el control sobre aquello que tuvo que escribir porque era la mejor forma de procesarlo, es inevitable que se asuste un poco. Y en el caso de Cenizas, creo que esta sensación es aún mayor, pues es un libro especialmente personal, provisto de una gran carga emocional, y durante un tiempo me hizo sentir expuesto. Pero ver que la gente empatiza con sus personajes y con todo su entramado emocional me ha llevado a convertir esa desazón en un gran orgullo.

-¿En qué medidas crees que la literatura puede ayudarnos a superar etapas o gestionar emociones?

.Desde que los griegos emplearon la palabra “catarsis” para expresar esa purificación que provoca la ficción en el ser humano, todas las épocas de la humanidad han necesitado de las historias para transitar por sus problemas y por sus desafíos a nivel colectivo. Homero, Cervantes, Shakespeare, Dumas, Goethe, Tolstoi, Galdós, Hemingway, Alice Munro… La literatura ha sido una herramienta indispensable para gestionar nuestro paso por el mundo. A nivel individual, creo que la sensación de sentirse identificado con un protagonista, con un argumento, con una situación, es algo indescriptible, pues nada acompaña mejor nuestros sentimientos de soledad e incomprensión que una historia que sea capaz de traspasar nuestras capas más oscuras. La luz que aporta la literatura puede salvarnos la vida.

¿Hubo algún miedo en particular que te resultara más desafiante de representar?

Escribir sobre nuestros temores más profundos es todo un reto, pues exige hacerles una visita. Cenizas es un libro que habla acerca de miedos elementales del individuo como la muerte, la soledad impuesta, el abandono amoroso, el alcoholismo, la pérdida de la dignidad o la incertidumbre del futuro. También afronta otros de índole social, como la llegada de la heroína a la España de los ochenta o esa inquietud que provocaba el terrorismo de ETA cada vez que el telediario empezaba con un rostro compungido de sus presentadores. Pero los que me han resultado más difíciles de plasmar han sido aquellos más sutiles, más míos. Por ponerte un ejemplo, hay un relato titulado El sur eres tú en el que se reflexiona acerca del dolor diferido, que es aquel que se genera cuando nos damos cuenta de que, tiempo atrás, hicimos daño a una persona que queremos, y que esa persona tuvo que procesar y cerrar la herida en solitario. Pero cuando tomamos conciencia de ello, ya no podemos acceder al perdón que necesitamos. Y ahí se abre una nueva herida, pero en nosotros.

Entre tus referentes literarios están los posmodernos norteamericanos ¿Cómo crees que esta estética contribuye a la experiencia del lector al enfrentarse al tema del miedo?

La escritura es un proceso que se nutre de influencias, de contagios, de capilaridad. Como dices, gran parte de mis referentes literarios son autores norteamericanos, y concretamente en este libro podemos encontrar muy viva la presencia agazapada de dos de ellos, dos personas que canalizaron sus preocupaciones y su soledad a través de la escritura. Por un lado, David Foster Wallace, un hombre de una sensibilidad extrema que escribía compulsivamente para intentar compensar su carácter depresivo; y por otro, Raymond Carver, a quien rindo homenaje en el relato Tanto dinero junto.

¿Qué esperas que los lectores se lleven de tus relatos?

Solamente aspiro a que pasen un buen rato junto a todos esos personajes que intentan hacerse un hueco en el mundo. Y si de paso, esas vidas de ficción les ayudan a lidiar mejor con las suyas, sería para mí un gran motivo de orgullo.

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