El desembarco de la Banca March en la Plaza Nueva revitalizará un enclave que a lo largo de la última década ha pasado de ser la milla de oro de la moda a sumar un importante número de locales sin actividad por dos motivos: la crisis económica y la desaparición de todas las paradas de Tussam. Donde había tiendas de alto nivel como Agua de Sevilla o Gastón y Daniela (ésta última en los primeros números de Méndez Núñez) terminaron abriendo bares de copas. Donde había entidades bancarias, también acabaron abriendo negocios al amparo de la moda de los gin tonics elaborados. Y hasta una agencia de viajes fue sustituida por un bar de botellines. La Plaza Nueva fue mudando de piel no sin que muchos de sus locales acumularan años sin actividad, caso del comercio de Victorio y Lucchino en el número 10, donde en breve abrirá una extensa oficina de la Banca March.

FUENTE: Elaboración propia. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

La Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento ya conoce los detalles del proyecto básico de reforma del inmueble para la apertura de nuevas oficinas bancarias, lo que supone una obra de reforma interior de local con afectación de estructura para colocación de una plataforma elevadora y reforma de la fachada. Las nuevas oficinas se situarán en un edificio ya existente, ubicado en el centro histórico de Sevilla. Se trata de un edificio sin catalogación patrimonial que consta de sótano, planta baja y cinco plantas en altura, que tiene una superficie por planta de 252,31 metros cuadrados. La fachada principal del edificio está orientada al sureste y la fachada trasera que da a un patio interior está orientada al noroeste. Desde un punto de vista funcional, las oficinas se organizarán en tres áreas diferenciadas y separadas en los tres niveles. En la planta baja: el trabajo de cara al público e interno. En la planta primera: la sala de actos abierta al público y el trabajo interno. Y en el sótano, la zona de seguridad y el archivo.

Banca March es la cabecera de un grupo financiero de propiedad familiar. Es también el accionista mayoritario de entidades como Corporación Financiera Alba, uno de los principales accionistas de compañías como Acerinox, y con participaciones importantes en Indra, Ebro Foods, BME, Viscofan, Euskaltel y Clínica Baviera, entre otras.

La sociedad Fontepazo se adjudicó el local de Victorio y Lucchino en la Plaza Nueva por 2,2 millones de euros. Lleva seis años cerrado, exactamente desde el 6 de agosto de 2011. Los reconocidos diseñadores presentaron en 2013 una petición voluntaria de concurso de acreedores por las fuertes deudas que acumulaban y que les llevaron a perder la tienda de la Plaza Nueva, la casa natal de Velázquez y otras importantes propiedades entregadas finalmente como dación en pago dentro del plan de liquidación.

FUENTE: Elaboración propia. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

La huida de las grandes firmas de la Plaza Nueva coincidió con la aparición de los primeros efectos de la crisis. Fue en otoño de 2008 cuando el grupo comercial El Caballo anunció la venta de su local a Loewe, la primera marca de moda que se instaló en dicho enclave hace ahora 48 años. Después le llegaría el turno a Tommy Hilfiger, que abandonó su tienda para ser ocupada por Nespresso. Ya en 2009 la empresa hispalense Agua de Sevilla anunciaba el cierre de su negocio en la Plaza Nueva donde sigue abierta la sala de copas Capitol. Los dos negocios más antiguos de la Plaza Nueva son O'Kean y la joyería Shaw. El negocio decano de la plaza es la sastrería O'Kean, que lleva en el mismo local desde 1957. A los pocos meses de que el abuelo y el padre de Francisco O'Kean -que hoy dirige el negocio- se asentaran en tan privilegiado lugar del centro de la ciudad, abrió en la misma manzana la joyería Shaw. Y el tercer lugar por antigüedad de entre los establecimientos correspondía hasta su cierre en julio de 2013 a José Antonio Canales, dedicado a telas, hoy ocupado por Gonzalo Durán (con licencia para la venta de Rolex).

Según expertos en el alquiler de oficinas y locales comerciales, la Plaza Nueva ha sufrido los efectos de tener demasiado lejos la parada del Metro (la más próxima está en la Puerta de Jerez) y es evidente que ha fracasado como lugar de comercios de moda de alto nivel.