La Plaza de España, el monumento más visitado de Sevilla aunque no existan registros, ha sido el escenario hace unos días de una estampa indecorosa. Una mujer se ha desnudado sobre uno de los puentes de la ría dejando sus atributos a la vista y nada a la imaginación. 

La mujer, que estaba posando para alguien que le tomaba una fotografía o la hacía un vídeo, podría estar protagonizando una de esas escenas subidas de tono, o directamente eróticas que últimamente se han puesto de moda. Consisten en grabar alguna escena pornográfica en un lugar público relevante de alguna ciudad sin que el resto de las personas se percaten de ello para luego difundir la escena a través de internet.

Pasear desnudo por una calle de Sevilla sí puede ser objeto de sanción por parte de la Policía Local ya que está regulado por las ordenanzas municipales de la ciudad. La normativa municipal establece sanciones de hasta 750 euros a quienes están en la vía pública “sin ropa o únicamente en ropa interior”.

Este periódico cuestionó al Ayuntamiento si tenían conocimiento de la escena, aunque parece que nadie se percató oficialmente, sí las personas que se encontraban allí en ese momento y que pudieron tomar la fotografía que ilustra información.

No es la primera vez que sucede algo así en Sevilla. En el año 2017 ocurrieron unos hechos más escandalosos. Dos mujeres desnudas y en ademán de practicar sexo lésbico se pasearon por la Puerta de Jerez y los Jardines del Cristina. Junto a ellas, un operador de cámara y otro hombre que hacía las veces de director de la secuencia cinematográfica. Tal fue el asombro y la indignación de algunos que el Ayuntamiento, a través de la Policía Local, abrió una investigación para saber quiénes estaban detrás de este vídeo (no apto para menores), grabado a plena luz del día en uno de los enclaves más transitados de la capital hispalense.

Más recientemente, hace apenas dos meses, se distribuyó por las redes sociales un vídeo de un hombre caminando totalmente desnudo por la Avenida de Coria, en el barrio de Triana. El hombre caminó frente a los veladores llenos de gente de los numerosos bares que había en la acera de enfrente sosteniendo tan solo sus zapatos con total naturalidad, ante la sorprendida mirada de los clientes en las terrazas.