Almería

La tauromaquia en su día internacional

  • El arte de lidiar toros, tan antiguo que se remonta a la Edad del Bronce, tiene su reconocimiento internacional

Torero durante la lidia.

Torero durante la lidia. / D.A.

Ha tardado, pero se ha conseguido. Un éxito más de la Fundación del Toro de Lidia que preside Victorino Martín. ¿Pero que entendemos por Tauromaquia? Pues son “el conjunto de conocimientos y actividades artísticas, creativas y productivas, incluyendo la crianza y selección del toro de lidia, que confluyen en la corrida de toros moderna y el arte de lidiar, expresión relevante de la cultura tradicional del pueblo español. Por extensión, se entiende comprendida en el concepto de Tauromaquia toda manifestación artística y cultural vinculada a la misma”.

Las corridas de toros hace ya mucho que dejaron de ser un espectáculo nacional para convertirse en internacional. En 1997, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Manolete, el alcalde de Aguascalientes (México) y el alcalde Granada, acordaron que se celebrase en la ciudad de la Alhambra el 1º Congreso Mundial de Ciudades Taurinas, en las que participaron las mismas de los nueve países en los que se dan espectáculos taurinos, que viví en primera persona por la alta responsabilidad que tuve y que guardo en mi selectiva memoria con sumo agrado.

16 de mayo, Día Internacional de la Tauromaquia. Esta fecha no ha sido elegida al azar. “Una fecha en la que la familia taurina de todo el mundo podamos celebrar unidos y en comunidad, orgullosos de nuestra cultura”. Aquella tarde, el toro Bailaor acababa con la vida de José Gómez Ortega, “Joselito el Gallo”, conocido como el Rey de los Toreros, una personalidad que encarna la excelencia y los valores de la cultura taurina, una fecha que es desde entonces recordada con devoción por los aficionados taurinos.

No por mucho repetirlo deja de ser cierto que Goya introdujo los toros en el arte europeo del s. XIX y Picasso los incluyó con el arte internacional de vanguardia del s. XX. Por supuesto no fueron ellos solos quienes lo lograron, pero indudablemente fueron los más representativos dentro del arte mayor. Pocos artistas han sabido plasmar con mayor pasión y originalidad la Fiesta. La Fiesta con mayúscula.

La pugna en la arena del hombre, toro y caballo ha superado su significado literal para adentrarse en lo simbólico. Muchos artistas han tratado el tema taurino en sus obras: literatura, poesía, pintura, escultura, música, filosóficos grabados, e incluso, política, hasta el punto como dijo Ortega –y aquí hay que puntualizar que fue el filósofo y no el gran Domingo Ortega porque hablando de toros el primer Ortega es el torero-: La historia del toreo está ligada a la España, tanto que, sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda”.

Pero no han sido solo las imágenes las que han universalizado los toros. Desde el Romanticismo un importante elenco de escritores han intentado desentrañar el valor profundo de la Fiesta. García Lorca, con su Elegía a Ignacio Sánchez Mejías y Hemingway, con su obra Fiesta, por sí solos dieron carta de naturaleza a los toros en la literatura universal. Tampoco, no seria fácil entender la obra poética de Alberti, Bergamín o Miguel Hernández.

Sí, como se ve, la aportación del universo taurino a la cultura no puede ser más enriquecedora, no es inferior su contribución sociológica. Las corridas de toros son el acontecimiento que más ha contribuido a educar social y políticamente al pueblo español.

El toreo dejó de ser un patrimonio de diestros españoles. Son muchísimos los diestros de varios países los que dieron fe de este arte y su sabiduría a la “corrida a la española”.

Creo que la clave de la emoción del toreo está en que todo lo que ocurre en el ruedo es verdad. Ahí no hay imposturas, el torero se está jugando la vida y el toro, que es el animal salvaje criado con más mimo y grandes atenciones, está demostrando toda su bravura y con ella toda su belleza.

Como el amor, el toreo se definió con prodigalidad y con distintas suertes por parte de los toreros que acometieron tan encomiable tarea. No hay que olvidar el postulado que emitió Domingo Ortega; al decir de los más acendrados profesionales y aficionados, el mejor lidiador de la segunda mitad del siglo pasado que, torear “es hacer pasar al toro por donde no quiere”. La fiesta no es crueldad, es drama escatológico. Burlar la muerte con un capote es vencerla. A pesar de eso, como toda obra de arte, también los toros han tenido siempre sus detractores, hasta el punto de que no se conciben los toros sin los antitaurinos, que han prestado un servicio muy importante a la Fiesta y a todos los aficionados el obligarnos a no conformarnos solo con las emociones que vivimos en las plazas de toros y a pensar en el significado profundo de nuestra Fiesta Nacional por antonomasia, que en ningún caso lleva unida la obligatoriedad de asistir a las corridas por parte de nadie. Porque ante los toros, como ante cualquier arte, la libertad y el gusto personal de los ciudadanos deben ser siempre soberanos. Los antitaurinos poco tienen que ver con los que quieren prohibir los toros porque los identifican –y con razón- con la idiosincrasia, la historia, la cultura y las tradiciones españolas y ya sabemos que algunos quieren, aun a costa de dar coces contra su aguijón, dejar de ser españoles.

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