Cádiz CF

El descenso del Cádiz CF: del apoyo masivo de la afición al desencanto

Escalante trata de impedir el golpeo de balón de un rival.

Escalante trata de impedir el golpeo de balón de un rival. / Julio González

Tarde de nervios la que se vivió el domingo 19 de mayo en el estadio Nuevo Mirandilla, que acogió al primer descenso del Cádiz CF desde que recibió la nueva denominación. Nervios sobre el verde y en la grada que fueron de menos a más a medida que fue avanzando el tiempo. Al final, se consumó el descenso con el empate a cero ante Las Palmas.

La parroquia animó de principio a fin. Murió con su equipo. No había nadie que no fuese consciente de las trascendencia del encuentro y los aficionados que casi llenaban el santuario cadista. La mayoría incluso acalló protestas contra el presidente en los compases iniciales porque consideraban que era el momento de animar y no de meter cizaña.

Los seguidores se dejaron el alma desde sus asientos de principio a fin. Los decibelios subieron como nunca pero al final no sirvió de nada tanto aliento sonoro. El equipo no respondió en el campo arrastrado por los mismos problemas de toda la temporada. Sin gol no hay posibilidad de aspirar a nada.

Tras el pitido final, si brotaron los pitos del personal una vez confirmada la caída a Segunda. Volvieron los gritos de petición de dimisión a Manuel Vizcaíno y muchos se marcharon casa decepcionados no sólo por el empate, sino por una temporada preñada de sufrimiento. No pocos se fueron resignados.

Sobre el césped, dos equipos amarillos. Uno, triste. Otro, feliz. El desencanto compartido de los jugadores del Cádiz CF y los hinchas de Fondo Sur contrastó con la celebración de los futbolistas de Las Palmas con sus aficionados en la esquina de Preferencia de Fondo Norte. Así es el fútbol. Alegría para los que se han ganado el premio. Decepción para los que sólo han merecido el descenso.

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