PUEBLOS DE CÁDIZ

Descubre la esencia de los Pueblos Blancos de Cádiz y el por qué son tan especiales

El Gastor

El Gastor / LOURDES DE VICENTE

A primera vista, la pintoresca arquitectura de los Pueblos Blancos de Cádiz ya supone una característica común que enamora a sus visitantes. Enclavados en plena sierra gaditana, rodeados de una privilegiada naturaleza que los hace únicos, encontrarás una serie de pueblos compuestos por casas encaladas, calles estrechas y empedradas que cuentan con unas maravillosas vistas del entorno.

Un compendio de 20 municipios gaditanos, enclavados en la Sierra de Cádiz, suponen la joya de la provincia gaditana, cuyo encanto atrae a miles de visitantes. Alcalá del Valle, Algar, Algodonales, Arcos de la Frontera, Benamahoma, Benaocaz, Bornos, El Bosque, El Gastor, Espera, Grazalema, Olvera, Prado del Rey, Puerto Serrano, Torre-Alháquime, Setenil de las Bodegas, Ubrique, Villaluenga del Rosario, Villamartín y Zahara de la Sierra forman el conglomerado de localidades que compone la Ruta.

Todos ellos presentan características comunes, que a simple vista podría ser la arquitectura de sus casas, plazas y calles, pero también porque ofrecen una gran variedad de actividades para los visitantes como senderismo, ciclismo, degustación de vinos, fiestas populares y, sobre todo, su gastronomía.

Quesos gourmet

La gastronomía de los Pueblos Blancos es una de las más completas y variadas de la provincia de Cádiz: desde el sabor de sus carnes de caza, pasando por la tradición hortícola y agrícola o la suculenta variedad repostera de sus municipios. Sin embargo, la Sierra de Cádiz ha conseguido posicionarse como un punto de referencia nacional e internacional a nivel gourmet gracias a uno de sus productos más emblemáticos, el queso. Siglos de tradición ponen de manifiesto lo que hoy en día se traduce como uno de los principales motores económicos y atractivos turísticos de la comarca. Tanto es así, que recientemente han sido siete los quesos gaditanos elegidos entre los mejores de España.

Tradición repostera

El paso de las diferentes civilizaciones a lo largo de los años en los Pueblos Blancos de Cádiz sigue estando presente en sus tradiciones, festividades y arquitectura, pero también en su gastronomía. Algunos platos típicos encuentran su origen en la época en la que musulmanes y judíos habitaban en esta geografía serrana. Algunos dulces como los gañotes, los borrachos o los pestiños tienen procedencia nazarí. Más tradición repostera en sus bollos de leche, roscos, huevos nevados, tortas rellenas, roscos de vino, cubiletes, amarguillos, bizcocho de piñones o los buñuelos de viento son solo una pincelada de una extensa lista de dulces tradicionales que podemos degustar en restaurantes y comprar en pastelerías y confiterías artesanales repartidas por toda la comarca. 

Una herencia milenaria

Los Pueblos Blancos de Cádiz cuentan con un patrimonio rico en yacimientos arqueológicos por toda la zona y que se remontan a más de 2,5 millones de años de historia. Hasta nuestros días, han sido numerosas las civilizaciones -y sus respectivas culturas- las que se han asentado por la geografía serrana, dejando a su paso un legado que ha perdurado hasta la actualidad. De la etapa paleolítica destaca la conservación de necrópolis, enterramientos colectivos de gran valor a través de los podemos acercarnos a las milenarias costumbres de nuestros antepasados.

El Imperio Romano también marcó la historia de estos enclaves, alcanzando una época de prosperidad que se ve reflejada actualmente en los vestigios conservados. Restos de castillos, torres, calzadas o de murallas y antiguas ciudades repartidos por la geografía vienen a confirmar la opulencia experimentada en esta etapa.

Tras la caída de Roma a manos de las fuerzas nazaríes, conllevó la edificación de recintos amurallados, torres y castillos que se preservan parcialmente. Las nuevas costumbres también se ven reflejadas en los yacimientos de enterramientos, dejando constancia de la desvinculación con las antiguas prácticas romanas. En cuanto a la Reconquista vuelve a suponer un cisma en los hábitos de los ciudadanos y el sentir religioso se une a la influencia de nuevas corrientes arquitectónicas, provocando que muchas construcciones islámicas se sustituyan por iglesias, templos y ermitas de estilo gótico y barroco. 

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