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El peaje artístico de Las Cabezas

  • Recuerdo. El crítico flamenco Manuel Cerrejón repasa en el centenario de su nacimiento la trayectoria de Miguel Gálvez, un cantaor de Las Cabezas de San Juan que hizo las Américas

El crítico de flamenco Manuel Cerrejón.

El crítico de flamenco Manuel Cerrejón. / josé ángel garcía

Puerto Rico, Venezuela, Estados Unidos, Canadá... Son algunos de los países americanos en los que recaló artísticamente Miguel Gálvez, un cantaor conocido como El Niño de Las Cabezas cuyo centenario se ha celebrado este año. Nació en 1917 en la villa sevillana donde se proclamó el levantamiento de Riego y es uno de los muchos nombres propios que ayer salieron en la conversación con Manuel Cerrejón en un viaje de cantes y de carretera entre Triana y Jerez.

En López de Gomara esquina con la avenida Blas Infante subieron al coche Cerrejón y su amigo Antonio Novella, presidente de la peña flamenca de Tomares. Habíamos quedado con Luisa Triana en su casa de Jerez, muy cerca del teatro Villamarta. Miguel Gálvez figuraba como flamenco singer en el elenco artístico de la compañía que formó esta trianera trotamundos.

Miguel Gálvez formó en la compañía de Luisa Triana y cantó en Puerto Rico y Canadá

La memoria de Manolo Cerrejón es un pozo sin fondo. Trabajó en el Museo de Bellas Artes. Cuando recopiló los cantes de la Alameda en un ímprobo trabajo que algún día le tendrán que reconocer, un quién es quién de los cantes de la zona, sentó en una misma mesa a Pies de Plomo, el padre de José el de la Tomasa, con Joselito el Colorao. Lo han distinguido en el festival de los cantes de La Unión, porque en estos terrenos del flamenco el reino del duende se extiende desde Sevilla hasta Murcia como en la expansión de los almohades.

Encontró joyas de Manuel Vallejo, prodigio de la calle San Luis, donde comparte santoral laico de placas con Pepe Díaz Ramos y Sor Ángela de la Cruz, y todavía está esperando que Sevilla le haga el gran homenaje a ese baluarte artístico de la República que para sobrevivir tuvo que cantar para mayor gloria de Queipo. Con el acervo de los cantes de la Exposición del 29, Cerrejón formó una colección de culto. Fue el mejor regalo para la reunión de peñas flamencas que se celebró en Barcelona cuando Jordi Pujol era presidente de la Generalitat. El entonces honorable los invitó al Palacio de Pedralbes y le dijo a Cerrejón una frase que nunca olvidó: "Si el flamenco fuera catalán...". Catalanes de cuna son el Pescaílla, marido de Lola Flores, y Miguel Poveda, hijo de emigrantes, padre murciano, como los cantes de La Unión, y madre de Puertollano, el pueblo de mi crianza y de tan buena afición. Será por el nexo de las minas.

Poveda ha cantado en dos ocasiones en el festival de cante flamenco de Tomares, que según las cuentas de Novella lleva ya 42 ediciones y le da tanto lustre a la ciudad del Aljarafe donde gobierna José Luis Sanz como el instituto Néstor Almendros que inauguró el fotógrafo de doble exilio barcelonés y cubano o la Casa Consistorial que diseñó el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra.

Con la solera de los festivales flamencos, Jerez prepara una nueva edición, y ya van 19, del Congreso de la Fundación Caballero Bonald, que en esta ocasión versará sobre Narrativa Breve Contemporánea. El flamenco es una de las muchas inquietudes de Caballero Bonald. A la cita de la calle Caballeros, sede de la Fundación, entre los que residen en Sevilla acudirán José María Conget o Hipólito G. Navarro, un narrador de Fuenteheridos que fue corrector antes que fraile y cuya geografía íntima entronca con los Cantes de Huelva en cuyo cartel figuraba El Niño de las Cabezas, cantaor con centenario.

Un disco en el que había una doble aportación de Rocío Jurado, unos fandangos de Alosno y unas Sevillanas Bíblicas, y en el que Miguel Gálvez compone unos Aires de Huelva con Domingo Alvarado y Pepe Segundo. Este peaje artístico de Lebrija y Las Cabezas que mira hasta Trebujena y Sanlúcar se desviaba hacia Huelva en el triángulo de Argantonio y Fernando Villalón.

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