El tren de la bruja

Plebiscito feriante

Ambiente durante el paseo de caballos de la Feria de Sevilla.

Ambiente durante el paseo de caballos de la Feria de Sevilla. / José Angel García

–Por tu condición de bruja, aunque disimules con la tapadera de tu Tren, digo yo que debes estar empadronada en algún distrito del infierno, deliciosa maga de mis ensueños, pero no en Sevilla.

‒No hay fastidio mayor que el del empalago, escribiente lelo, y me tienes sulfurada con el hartazgo de tus tonturas.

‒A ver, no te confundas, estar sulfurada ha de ser tu condición natural, pues el azufre es el perfume de Satanás y algún revolcón has de darte con él cuando se desmadra en los aquelarres. Otra cosa es quieras decirme que te irritas y encolerizas con mis ocurrencias.

‒Al infierno, pero al más dantesco, voy a mandarte porque ya no soportaré mucho más tus memeces, con las que ni siquiera haces gracia, plumilla desgraciado.

‒Pero dime, dime, estás empadronada o no en Sevilla.

‒Para qué demonios ‒vaya, se me escapó, en que estaría pensando‒ quieres saberlo.

‒Pues para recordarte que, desde las nueve de la mañana del próximo martes, después de la Feria, hasta las ocho de la tarde del jueves, todavía con la Feria en el cercano recuerdo, habrá una consulta sobre la duración de la fiesta: si como ahora, del alumbrado a las cero horas del domingo hasta acabar, con los fuegos artificiales, el sábado siguiente, o como antes, de martes a domingo.

‒Ni con la inteligencia artificial es posible dar con mi residencia, juntaletras papanatas, pero, como vas a tardar poco en preguntármelo, te diré que tanto por razón de mi Tren, que es una atracción con muchos gastos, como por mi agenda de conjuros, encantamientos y hechizos, además de las previsibles misiones especiales que me encomiende el mismísimo Diablo, cuantos más días de Feria mejor, y no necesito pensármelo. Tú sí que eres sevillano y, solo por darme coba más días, creo que también querrás la Feria como ahora y así no pierdes oportunidades para camelarme ‒que me río‒.

‒Merecería yo algún detalle cariñoso, bruja hosca, que ya no sé si me arrobas por tu condición natural, aunque tampoco sepa cuál es, o por razón de algún hechizo que te entretiene. Te diré, ya que me gusta, entre otras cosas, hablar contigo, que lo de este referendo feriante tiene su cosa. Ya se hizo, para la Feria del 2017, con escasa participación, si bien ha continuado así hasta ahora. Y se repetirá, la semana que viene, con un censo cercano a los seiscientos mil votantes ‒incluidos los titulares de casetas y de carruajes del paseo de caballos que no residan en Sevilla‒ y toda una previsión de códigos, votos telemáticos, ordenadores en los distritos con asesoramiento a las personas que tengan dificultad para votar, rapidez en la información del resultado y carácter vinculante de este para el Ayuntamiento, que modificará las ordenanzas en el modo consiguiente.

‒Más te conozco por bruja que por otra cercanía y sé lo que piensas: la oportunidad de una consulta aplicada a la festiva materia de la Feria, cuando no pocos asuntos más relevantes y decisivos podrían merecer este organizado referendo.

‒Así es, mi acertada maga, puede prestarse al infundado acervo de los prejuicios este sevillano plebiscito particular, cuando no servir de guasona comparación con otra votación sobre un asunto en nada comparable, contradicción aparte, y las bromas, tú lo sabes, las carga el diablo.

‒Algo más esperaba en tu respuesta.

‒Ya lo sé, que yo sí quiero conocerte por cercanía, la que añoro tener y no me brindas.

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