La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

¿Tenía razón Pedro Sánchez?

La derrota ‘indepe’ tiene algo que ver con las concesiones de Sánchez y mucho con el hartazgo ante su aventura

Ha sacado pecho Pedro Sánchez tras las elecciones catalanas. Tiene motivos: su candidato ha obtenido un triunfo rotundo, el independentismo en su conjunto ha retrocedido notablemente, el socialismo se recupera después de sucesivos reveses electorales y el único candidato viable a presidir la Generalitat es el compañero Illa. Es para estar contento, desde luego.

La euforia le pierde. Atribuir el retroceso de los soberanistas a su política de perdón y generosidad es simplista y engañoso. Primero, porque la apelación a la mejora de la convivencia en Cataluña es puramente improvisada, ajena a la convicción. No se le ocurrió a Sánchez cuando apoyó el 155 para defender la Constitución ni mientras prometía traer a Puigdemont a España para ser juzgado, ni cuando consideraba que en el procés hubo sedición ni cuando rechazaba la amnistía por inconstitucional.Todo esto sólo lo descubrió la noche del 23 de julio de 2023, tras perder las elecciones generales. Esa es la verdad que habrá que repetir cada vez que el presidente del Gobierno diga que su ejercicio de distensión y desjudicialización de la política ha triunfado: no creyó en ellas hasta que necesitó los siete votos de Puigdemont. Segundo, la derrota de los independentistas no comenzó cuando sus líderes fueron indultados ni su amnistía pactada en Waterloo y Ginebra, sino desde mucho antes: desde que el procés fue derrotado, sus líderes fueron encarcelados o se fugaron, los jueces hicieron su trabajo en defensa de la democracia y, finalmente, buena parte de su electorado comprendió que la aventura había sido una estafa y que el gobierno de sus héroes de guardarropía ha sido un desastre en casi todos los aspectos. Se han hartado de ellos y se han refugiado en líderes moderados y solventes, como Salvador Illa. Tercero, la política de apaciguamiento y tendido de puentes no ha sido correspondida. Ninguna de las concesiones hechas por el Gobierno de la nación ha recibido una contrapartida alentadora por la otra parte. La amnistía permitió la investidura de Pedro Sánchez, sí, pero nada más. Ni siquiera los Presupuestos del Estado pudieron ser aprobados.

De modo que el triunfalismo de Sánchez no responde a la realidad. Ni la generosidad y el perdón han ablandado a los independentistas ni las dificultades para gobernar en minoría con aliados tan desleales e inestables se han allanado. La legislatura no ha ganado estabilidad.

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