Crónica Personal

Se va, se va, se va...

Si se confirma que Sánchez dimite, la primera incógnita es quién le sustituirá. Se menciona a Pilar Alegría

Lo filtran personas cercanas a Pedro Sánchez aunque piden una discreción que es imposible guardar. Como Julio Iglesias, dicen “se va, se va, se va…”, con una convicción que obliga a pensar que Sánchez no necesitaba cinco días para reflexionar y tenía la decisión tomada cuando escribió la carta. En política nunca nada es absolutamente seguro, pero todo apunta a que esta vez acierta la rumorología: los últimos días la tensión en el matrimonio presidencial ha ido in crescendo, Sánchez reprocha a su mujer la situación que ha provocado en el seno del Gobierno y el presidente se reunió el sábado con el ministro de Justicia. Unos explican que fue para que Bolaños le informe sobre la situación judicial de su mujer, mientras otros que quería consultarle sobre cómo neutralizar a ciertos jueces que el presidente considera que actúan sin la obligada independencia y buscan dañar al Gobierno.

Sánchez ha cometido errores que hacen muy difícil guardarle respeto. El más polémico, anunciar que se tomaba cinco días de reflexión. No es de recibo. Primero se reflexiona y luego se anuncia, pero no se puede aceptar que tenga al país cinco días en vilo. Segundo y más grave, ha dado un ejemplo intolerable de egolatría. Sánchez y sus principales colaboradores repiten hasta la saciedad que es él quien garantiza la democracia en España, que sin Sánchez no hay democracia.

Es un insulto a la inteligencia que lo diga un jefe de Gobierno que ha tomado por asalto las instituciones del Estado para colocar afines y garantizarse resoluciones a conveniencia, que se ha asociado con los partidos que presumen de anti españolismo, que ha incumplido las más importantes promesas electorales y que presiona a jueces, fiscales y periodistas para cercenar su independencia profesional y la libertad de expresión y de información.

Puede Sánchez ser el adalid de la democracia, pero sus decisiones políticas recuerdan mucho a las de personajes siniestros como Perón, Fidel Castro, Maduro o el propio Franco. Todos ellos convocaban manifestaciones para demostrar la lealtad al Gran Líder y justificar así sus políticas. Si efectivamente se confirma que Sánchez dimite, la primera incógnita se centrará en la persona que le sustituirá. Un nombre se menciona más: Pilar Alegría, ministra de Educación y portavoz del Gobierno. Aspira a la secretaría general del PSOE de Aragón, y para conseguirla se esfuerza por evitar la dialéctica de guerra, prepara sus intervenciones y se muestra más moderada que la mayoría de sus compañeros. Atentos.

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