El derbi sevillano | El reportaje

Isco Alarcón y Sergio Ramos: la guerra de los liderazgos

Sergio Ramos e Isco celebran un gol en un Atlético-Real Madrid de Champions en 2017.

Sergio Ramos e Isco celebran un gol en un Atlético-Real Madrid de Champions en 2017. / Juanjo Martín (Efe)

Isco Alarcón y Sergio Ramos fueron compañeros de vestuario durante nueve temporadas en el Real Madrid. De blanco alzaron 19 copas: 5 Champions, 4 Mundialitos de Clubes, 3 Ligas, 3 Supercopas de Europa, 1 Copa del Rey y 3 Supercopas de España. Y este domingo, tras cientos de batallas en el mismo ejército y alguna que otra en bandos contrarios cuando el hoy bético era malaguista, estos dos futbolistas de acusadísima personalidad van a enfrentarse por vez primera en un derbi. Y no uno cualquiera. Uno especialmente agripicante, el sevillano.

Sergio no pudo jugar el partido de la primera vuelta en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Acababa de salir de una lesión, trató de forzar la máquina y de hecho en las vísperas, en el entorno bético reinaba el convencimiento de que el camero estaba ya sano como una pera y que el vecino jugaba al despiste. Pero no. Por una vez, no. Y el defensa se quedó con las ganas de saltar a la yerba.

Por su parte, Isco Alarcón sí que pudo disputar ese Sevilla-Betis del pasado noviembre y pudo marcar de cabeza en el primer minuto de juego, pero su remate, muy propicio, fue muy centrado y Dmitrovic atrapó la pelota. El malagueño dio otro curso acelerado de cómo manejar los tiempos de un partido, sobre todo en la primera mitad. Su ascendencia sobre el juego colectivo del Betis fue brutal. Es brutal. Pero está ansioso por vivir un derbi en el Benito Villamarín. Curiosamente, la pasada temporada pudo estrenarse de rojo, en el equipo entonces de Jorge Sampaoli, pero vio una tarjeta amarilla en la jornada anterior y cumplió ciclo de cinco amonestaciones.

Será, pues, un partido el de este domingo en el que ambos jugadores se van a zambullir como dos niños en la piscina cuando se inaugura la temporada de baños. Ambos comparten un palmarés fabuloso, apabullante en el caso del camero. Ese pasado de gloria podría rebajar los colores brillantes del derbi ante sus ojos, pero no será así. Irán con todo. Y más. Isco y Sergio se sienten los capos de sus equipos a pesar de que hace sólo meses que llegaron. Son ganadores natos por su amor propio y su mentalidad y no van a bajarse de esa ola.

Y de la capacidad de uno y otro para imponer su mayúscula personalidad va a depender en buena parte la suerte del partido. Será una guerra de liderazgos en la que el bético tratará de que el juego orbite alrededor de la posesión en el mediocampo rival, el ritmo, la combinación, mientras que el sevillista rugirá y enseñará músculo para que cuaje un partido trabado, por momentos feo, discontinuo, en el que los de rojo impongan su plan defensivo para salir rápido en busca de Isaac Romero y Youssef En-Nesyri.

El Sevilla de Quique Sánchez Flores ha desbrozado el camino de su virtual salvación bajo ese manual pragmático, prosaico dirá alguno: en Vallecas amarró atrás y mordió arriba, como en Getafe o Las Palmas. En contras, o a balón parado (es junto al Madrid el que más goles de córner ha hecho, nueve). Y en ambos casos, Sergio Ramos como pieza clave: por sus recuperaciones de balón y su salida limpia, en corto o en largo, o por su sobrenatural capacidad para rematar los saques de esquina y las faltas indirectas (en el Coliseum de Getafe fue tiránico). Quique propone y Sergio dispone. Y el camero, a su edad y con más tiros que la cantimplora de John Wayne, no se va a arredrar ante el luminoso fuego verde que va a arder alrededor del Sevilla.

El equipo de Quique no tiene reparos en tirar la línea atrás (“en bloque bajo”, diría algún comentarista en la tele). Con el madrileño al mando es el tercer equipo que más remates en contra ha concedido, pero también es el tercero con más remates bloqueados y sus porteros son los cuartos con mejor porcentaje de paradas, sobre todo Nyland.

Dentro del buen balance defensivo, Sergio es la clave de bóveda que soporta buena parte del peso. Sin él, el andamiaje tiembla. Por algo el campeón del mundo y de Europa es top 4 de LaLiga 2023/24 en remates bloqueados, top 9 en despejes y lidera al Sevilla en recuperaciones y duelos aéreos ganados.

A sus 38 años, el protagonismo de Ramos en el juego sevillista (22 jornadas, 3 goles) va mucho más allá de los cortes y las recuperaciones: ha completado 1.044, casi 48 por partido. Llama la atención que el expedito central ha cometido las mismas 19 faltas que ha recibido.

Isco, que el pasado 21 de abril cumplió 32 años, no le va a la zaga a Ramos en cuanto a protagonismo en el juego de su equipo. Todo lo contrario. Su Betis acusó sobremanera su periodo de baja (quién sabe si los verdiblancos estarían aún en Europa si el malagueño no se hubiera ausentado del frente continental) y si ha salido del atasco de cuatro derrotas para enlazar dos victorias ante Celta y Valencia, ha sido en buena parte por el vuelo que Isco le ha vuelto a dar al juego. Su primera parte en Mestalla fue casi perfecta: sólo le faltó acertar en el remate picado que se le fue al lateral de la red.

El de Arroyo de la Miel se retiró a la hora de juego ante el Valencia para cuidar su rodilla, pero su despliegue físico viene siendo acorde a su excelencia técnica: es el futbolista del Betis con mayor distancia recorrida a alta intensidad (más de 21 kilómetros por hora), sea para conducir o sea para presionar.

Beyond Stats revela un dato concluyente: Isco, que ha hecho 6 tantos y dado 4 asistencias en sus 26 partidos del campeonato, es el jugador de la Liga que genera más acciones que acaban en una ocasión de gol. Ha dado 1.052 pases en sus 26 jornadas (46 de media). Su peso específico en el Betis es descomunal.

Sergio cerró su libro de visitas al Villamarín en septiembre de 2020, a puerta cerrada, con el Real Madrid marcando un gol de penalti, y a lo Panenka, que supuso la victoria blanca (2-3) ante aquel primer Betis de Manuel Pellegrini. Y la última vez que holló ese césped, fue en el homenaje a Joaquín Sánchez del pasado junio. Esta ocasión, en el ambiente de la grada no reinará ese buen rollo y aunque Isco se abrazará a él antes del partido, cuando el murciano Sánchez Martínez ordene que el balón ruede, las risas acabarán.

El genial 22 del Betis lo expresó a su manera, resignado, días atrás: “Con Sergio Ramos hay un cariño especial, pero seguro que me da algún palo que otro”. A ver quién de los dos sonríe tras los tres pitidos finales, a eso de las once de la noche de mañana en Heliópolis.

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