"Todo el mundo sabe que darle otra vuelta de tuerca a un cartel que anuncie la Romería del Rocío no es cuestión baladí, y si es la hermandad de Triana la que piensa en ti... Apaga y vámonos". Con estas palabras comienza Manuel León su explicación acerca del cartel de la Romería del Rocío de Triana 2024, que ya ultima los detalles para iniciar su romería número 211, ni más ni menos.
Gracias a la apuesta decidida y firme de Federico Flores y Nacho Sabater, las hermandades sevillanas ya cuentan en su haber con una obra de este artista ariscaleño, de renombre internacional y estrechamente vinculado a nuestra tierra y nuestras raíces. Con la presentación de este cartel (que en realidad son cinco, en claro guiño a los proyectos sociales y caritativos que desarrolla la filial trianera en su barrio) han sido numerosos los sevillanos que han conocido el estilo de León, no ajeno para los más interesados en la cartelería y el arte contemporáneo.
Precisamente en esta corriente se desenvuelve, mayoritariamente, este artista, que durante su formación académica en Bellas Artes bebió de insignes pinceles como los de Fortuny, Sorolla y Velázquez. Un impresionismo con esencia barroca, que fusiona en los lienzos las expresiones populares y el espíritu urbano, pero siempre con el colorido de los paisajes como protagonista. Y en su obra no es extraña (más bien al contrario) una de las manifestaciones más extraordinarias e indescifrables de nuestra cultura: la Semana Santa, y en esencia, la figura del nazareno.
Durante estas últimas décadas, el nazareno aparece representado en numerosas obras de su catálogo, y en las que se incluye especialmente el capirote como un recurso a veces fusionado con la propia piel del personaje representado. De su mano, la Semana Santa ha alcanzado galerías de arte en México, Grecia o Corea, así como en exposiciones individuales en Madrid y en Bruselas. Profundo conocedor de nuestras costumbres y de las cofradías, incluso en su día llegó a realizar el cartel de la Semana Santa de Villanueva del Ariscal, protagonizado por el rostro estremecedor de la Virgen de los Dolores de Montes de Oca.
Un artista que, con su sensibilidad, nos una perspectiva más de nuestra fiesta, aquella reflejada nuevamente como un cosmos infinito y una manifestación etnográfica cargada de simbolismo y sugerencia.
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