Semana Santa 2024

Cuando los costaleros cantan saetas en Turre, hasta el Cristo de la Misericordia las baila

Los costaleros de Turren cantando saetas.

En la Semana Santa almeriense hay una inmensa variedad de formas de vivir una procesión. Las hay silenciosas. Otras donde solo resuenan los tambores. Hay desfiles en los que los y las saeteras cantan desde algunos balcones o a pie de calle. Y luego está la procesión del Cristo de la Misericordia en Turre: una procesión en la que las saetas se cantan desde los varales del propio trono. Sin duda, una de las más pintorescas de la provincia.

Hace más de una década que un grupo de turreros de etnia gitana decidió llenar la noche del Martes Santo de arte y fervor. Comenzaron de una forma humilde, con una radio escondida bajo el faldón del trono para reproducir la música que acompañaba sus cantes. Y ahora, sin embargo, esta procesión se ha convertido en una de las más multitudinarias del pueblo y en todo un símbolo de su Semana Santa.

Pasadas las diez de la noche del Martes Santo salía el Cristo de la Misericordia desde la iglesia, portado por mujeres y hombres vestidos con pantalón negro, camisa blanca, corbata granate y fajín del mismo color con toques dorados. Solo rompía la uniformidad el capataz, con traje totalmente granate.

Sonaban las notas de la Banda Municipal de Turre y despuntaban las voces de los costaleros (como ellos mismos se hacen llamar, aunque siendo precisos, son anderos). Comenzaron cantando la Saeta, pero durante el recorrido no faltaron otras muchas canciones como “Niño costalero” o “Caridad del Guadalquivir”. Incluso este año el capataz se arrancó a cantar una saeta en solitario, despertando una atronadora ovación del público y de su propia cuadrilla. Hasta el Cristo de la Misericordia parecía bailar con cada canción, intercalando pasos cortos y largos, hacia adelante y hacia atrás.

Año tras año, esta procesión va creciendo y ganando peso. Cientos de personas abarrotaron las calles del pueblo, sobre todo en la salida desde la iglesia, en las inmediaciones del ayuntamiento y la estrechísima calle Sorroche, donde el trono se abre paso por una empinada cuesta, salvando los cables por centímetros, y dejando una espectacular imagen con la iglesia de la Purísima Concepción iluminada al fondo, a lo lejos.Como novedades, este año se valló parte del Paseo de la Rambla, pero evitar aglomeraciones, y se instalaron gradas en la parte final del recorrido, en el mirador de la calle Emita, donde se suceden las saetas.

También ha crecido en cuanto al cortejo, formado esta vez no solo por cuatro romanos y las personas que cumplen penitencia por alguna promesa, por ejemplo arrastrando unas cadenas, sino que también acompañaron las autoridades municipales y representantes de hermandades de otros municipios de la comarca.

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