CRÓNICA | Jueves Santo en Granada

Las cofradías ponen luz y calor al Día del Amor Fraterno

  • Las bajas temperaturas y las amenazas de tormenta no amedentraron a las cinco hermandades que realizaban estación de penitencia

Semana Santa de Granada en directo | La Estrella confirma su salida y completa el Jueves Santo

El refrán dice que hay tres días en el año que relucen más que el sol. Pero una de esas jornadas no fue la de este Jueves Santo, 28 de marzo, donde el frío, el viento y la amenaza de lluvia y aun de tormenta a punto estuvieron de dar al traste con esta quinta jornada de la Semana Mayor. Un pronóstico desalentador pero no tanto como para impedir que las cofradías, tras sospesarlo y cargarse de valor, decidieron echarse a la calle.

Una mirada hacia adelante no sólo porque la probabilidad de lluvia fuera lo suficientemente relativa como para asumir los riesgos, sino por una cuestión de aliento y calor al mundo cofrade, que ha visto pasar por delante suyo cómo de Domingo de Ramos a Miércoles Santo todas las hermandades iban suspendiendo, en efecto dominó, sus respectivas estaciones de penitencia.

Con la mirada puesta en el cielo y el corazón encogido, la Hermandad de los Salesianos a las cuatro y media de la tarde decidió ponerse en las calles del barrio del Zaidín. Y hubo que esperar hasta el Jueves Santo para poder ver transcurrir nazarenos por las avenidas del barrio. La decisión de la hermandad del Cristo de la Redención y la Virgen de la Salud no hizo sino alentar y animar al resto de las corporaciones que, conjuntamente, decidieron regalarle a Granada este tardío inicio de la Semana Santa.

Nazareno por el Amor

En el silencio de la Placeta de la Concepción irrumpió una atronadora ovación justo cuando, desde la radio, los compañeros de SER Cofrade El Llamador de Canal Sur, daban a conocer que Los Salesianos se ponían en la calle. No hacía esto sino presagiar que, finalmente, la Hermandad de la Concepción se dispondría también a iniciar su estación de penitencia a la hora prevista. Y, efectivamente, así fue. 

Se reunió el cabildo de oficiales de la corporación nazarena mas no hizo falta que el hermano mayor hiciese indicación alguna. El diputado mayor de gobierno prosiguió armando el cortejo y el padre Nistal se encargó de dirigir las preces iniciales. Nacía así, también, el Jueves Santo albaicinero. Se abrieron las puertas del templo. Los músicos de San Sebastián de Padul arrancaron con Réquiem perfectus y el nutrido cortejo de sarga negra empezó a discurrir sobre el empedrador granadino. De gran categoría.

Salió a las calles el Nazareno del Amor y la Entrega alfombrado por claves rojos y ramas de espino trenzándose por todo el calvario. Elegante presentación que se remató, más aún si cabe, con el trabajo de los pelícanos de Antonio Vasco. Sones clásicos desplegó la cofradía en el primero de sus pasos, con un medido repertorio por parte de la Agrupación Musical Nuestra Señora de las Angustias, de Alcalá la Real. 

No le fueron a la zaga los costaleros de José Miñán, que anduvieron con paso cortito y mecida contenida al pasar al cruzar el farol del Callejón de la Concepción. Los músicos paduleños que dirige Víctor Ferrer supieron ponerle banda sonora a tan solemne momento, con Aquella Virgen, en el que poco a poco el palio azul y plata se despedía de su barrio para llevarle a Granada la dulzura maternal de la dolorosa de López Azaustre. La cofradía continúa en ese momento almibarado en el que todo el trabajo luce y se traduce en la mejor estampa posible.

Salud para los enfermos

La primera llamá que ofreció Dionisio Martínez al frente del martillo de Nuestra Señora de la Salud fue para los enfermos. A los que se resignan, desde un hospital o desde casa, a no poder salir hasta la calle para disfrutar de las cofradías. Levantó al cielo, crujieron las trabajaderas y los varales atronaron contra la mesa. Toda una declaración de intenciones que dejó las mejores sensaciones posibles entre el respetable.

La titular mariana de Israel Cornejo lució espléndida en esta fría jornada de Jueves Santo. La impronta que regaló la delantera del paso de palio, con exuberantes esquinas y con la nueva caída bordada, permitieron paladear momentos de verdadera exquisitez, todo mientras se acompasaron las bellotas, tintineando contra los varales y bajo el son de Los Ángeles.

El Santísimo Cristo de la Redención volvió a sorprender no sólo por la proporción y dimensión del crucificado de Díaz Fernández sobre el buque caoba de Guzmán Bejarano. También por ese contraste lumínico que arroja la pálida policromada de la imagen con la oscuridad del día y del paso. Debutaron los músicos de Monte Calvario de Martos y la carta de presentación resultó, a la sazón, inmejorable; máxime cuando veníamos del nivel y dimensión de los músicos verdes de Campo de Criptana.

Anduvo la cofradía elegante y compacta, dejando tras de sí grandes momentos al ver discurrir a la hermandad por las avenidas del barrio, cruzando el puente y aun presentándose ante la Virgen de las Angustias. Las ganas de cofradías, a pesar del frío, no medró en el espíritu del pueblo que salió a las calles para arropar a la cofradía decana del Zaidín.

¡Aurora, guapa!

En el ánimo de los granadinos estaba aún el ambiente que rezumaba el paso de palio de María Santísima de la Aurora Coronada el pasado mes de octubre, cuando encandiló a propios y extraños en transcurrir en la procesión magna. Y en este Jueves Santo no hizo sino recoger, ciento por uno, todo cuanto nos había regalado. Miles de personas se agolparon al paso de la cofradía, de mármol a mármol. Como más de un millar fueron también los hermanos que vistieron de mantilla o de nazareno para realizar estación de penitencia.

Imponente cortejo el que dispuso la Hermandad de la Aurora en la calle, un año más. Un cortejo más que bien armado y que luciría, más aún, si el tacón y la peina dieran paso al zapato, al capirote y al capillo. Sea como fuere, la cofradía recoge las siembras de un trabajo abonado, día a día; y que se traduce, además, en el sello y personalidad que se derrama en la estación de penitencia, destilando granadinismo en cada paso. 

Trabajo de excepción el que ofrecieron los pupilos de Javier de la Oliva, que anduvieron simbióticamente al son de la percusión y metales de los cascos blancos de Jesús Despojado. Reteniendo sobre los costeros, picando el paso y abriendo el compás para ganarle pasos al asfalto. Un sinfín de recursos que no hicieron sino demostrar el talento y veteranía de esta cuadrilla artista del alto Albaicín.

Y no faltaron los aplausos, los vítores y salves a la Virgen de la Aurora. A cada paso, a cada momento. Entre el calor de su pueblo, la dolorosa de San Miguel se paseó por las calles de Granada. El blanco palio de María Santísima puso candor a la oscuridad del cielo que, a pesar de las amenazas, supo comportarse para dejar ronear a una de las grades devociones de la Semana Santa de Granada.

Pasión por Granada

Al Nazareno de Dubé de Luque sólo le falta hablar. La perfección, en San Cristóbal, se recoge entre cuatro guardabrisas dorados y sobre un calvario de clavel. Imponente el Señor de Pasión en este Jueves Santo, navegando sobre las cabezas de los granadinos. La Hermandad de la Estrella desafió, gracias a Dios, a los pronósticos y salió también a las calles para repartirnos estas estampas de siempre. Tan imponentes como necesarias en una Semana Santa tan aciaga como la que nos ha tocado vivir.

Se dispuso la cruz de guía en la calle y se inundó de nazarenos y mantillas la zona más alta de nuestra ciudad: desde la Carrera de Murcia hasta llegar al paseo del Padre Manjón. De dulce se puso la cofradía en la calle y poco más hay que añadir al respecto. Los músicos de la Agrupación María Santísima de la Estrella pudo desquitarse tocando detrás de su Señor. Hubo que esperar al Jueves Santo para que todo fuera ilusión.

Y el Albaicín se echó a la calle para arropar a una de sus hermandades más queridas, regalando petalás a la Virgen de la Estrella. Como sublime fue la chicotá que regalaron los costaleros de Andrés Palacios en este mismo momento bajo los sones de López Farfán. Gran trabajo el de la cuadrilla como también el de los músicos de Cúllar Vega, que supieron estar a la altura de las expectativas en esta noche de bajo mercurio y calor cofrade.

La hermandad pudo volver a su barrio por la Cuesta de la Alhacaba. Y allí muchos vivieron y murieron. Cuántas cosas por desagranar para una semana que se nos va de las manos casi sin darnos cuenta.

Frío y silencio

Al cierre de la edición del periódico, Granada aguardaba la decisión de la Hermandad del Silencio sobre si haría o no estación de penitencia. Una decisión de gran trascendencia, pues la ciudad esperaba con ganas volver a disfrutar del Señor de la Madrugá granadina según la gubia de José de Mora. Momento de excepción para conmemorar el centenario de la cofradía y el tricentenario de la muerte de su escultor.

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