Un verso libre de la política. Ajustador matricero en Construcciones Aeronáuticas, sindicalista, concejal, abogado. José Antonio Nieto (Sevilla, 1951) fue el primero en abandonar la nave municipal de 1979.
-¿Por qué lo deja tan pronto?
-Era secretario provincial de Comisiones. Una cosa no la llevaba bien, las dos ni te cuento. Tenía que dedicarme a lo mío.
-¿Tantos mítines para nada?
-No di ni un mitin. Las elecciones fueron en abril y en marzo me partí la rótula en un accidente de coche. Tomé posesión escayolado.
-¿Le dio tiempo a hacer algo?
-Desde mi despacho en Rochelambert intervinimos en el parque Amate, en rehabilitar las Candelarias, he vuelto y está fatal, y en prestar el local para la contracepción de muchas mujeres. El alma de eso fue el doctor Bedoya.
-Iba de número dos. ¿Marcelino Camacho tenía tanta fuerza como Santiago Carrillo?
-Había una división de poderes importante. Comisiones tenía mucha fuerza en el Pecé. En muchas capitales de provincia íbamos de número dos; en Madrid, Fidel Alonso; en León, uno que era de Gelves y fue alcalde. El Partido tenía gente en el movimiento vecinal, en la Universidad. Había de donde tirar.
-¿Hubo celos de las vacas sagradas del partido?
-Yo creo que no, al menos no lo percibí. Fue la propia dinámica de los acontecimientos.
-¿Conoció a la Pasionaria?
-Con dos compañeros, hicimos un viaje al extranjero, a Francia y a Italia. Pasamos por la sede, ilusos de nosotros queríamos conocer a Dolores. Nos recibió, con Irene Falcón. Una mujer mayor, impresionante. Nos cantó una canción juvenil que hacía alusión a Sevilla.
-¿A la conciencia política llega desde el tajo?
-De familia algo viene. Mi abuelo era anarquista y mi padre fue sindicalista en la República. Los dos estuvieron en campos de trabajo. Mi padre en la Pata del Caballo, Guillena, y en Los Merinales.
-¿Soto, Acosta y Saborido eran sus referentes sindicales?
-De joven, la diferencia de edad influye mucho. Para mí eran como héroes.
-¿Era posible divertirse en la clandestinidad?
-El color de Sevilla y del resto de España era grisáceo tirando a negro. Un ambiente gris, opresivo. Estaban los picús.
-¿Guateques con Quilapayún y Paco Ibáñez?
-Matt Monro sonaba mucho. El club Gorka. El club de Construcciones cuando se fusionó con la Hispano-Aviación. Allí conocí a José Monleón y la gente del teatro independiente.
-Del trabajo a estudiar Derecho. Al revés que Felipe, Escuredo o Manuel del Valle...
-Lula da Silva dijo una vez que la Universidad no enseña a ser presidente del Gobierno. Tampoco a ser sindicalista o activista social. En mi caso fue una cuestión de desarrollo personal, de evolución, de derroteros de la vida.
-¿Vocación tardía?
-A mí el Derecho Social me ha interesado desde chiquitito.
-¿Coincidió con abogados laboralistas de Capitán Vigueras?
-Mis abogados de cabecera eran Aurora León y José Julio Ruiz, que acaba de fallecer. Aurora estaba especializada en el Tribunal de Orden Público y a mí me detuvieron cuatro veces, una época muy dura.
-¿Es socio de algo?
-Sólo en Comisiones. En fútbol, desde que crearon las sociedades anónimas no tengo club, pero siempre estoy rodeado de béticos.
-¿Qué tal su relación con Luis Uruñuela?
-Era mi alcalde. Una relación muy cordial. Después las cosas se enfriaron mucho, pero ya no estaba.
-Nieto Martínez. Tiene apellidos de árbitro de fútbol. ¿Otro oficio que le hubiera gustado ser?
-He sido feliz con mis rollos y mis películas.
-¿Qué hacía un ajustador matricero?
-Las piezas manuales del avión.
-¿Se ha subido a los aviones que montaba?
-Eran casi todos para destino militar. He estado siempre con aviones, pero no he volado mucho. A Francia y a Italia fuimos en coche y en tiendas de campaña.
Aquellos tiempos
Carisma.El concejal que no dio ni un mitin en las municipales del 79 por una rotura de rótula sí participó en la campaña del 28-F de 1980. En la imagen, en un local de Comisiones Obreras de la calle Calatrava, interviene en un acto. Sentados, de izquierda a derecha, los líderes de Comisiones en Galicia, Amor Deus, Cataluña, José Luis López Bulla, y Euskadi, Tomás Tuero. No estuvo en la manifestación del 4 de diciembre del 77. "Me mandaron a una reunión a Madrid".
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