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Líderes de Champions

  • Ricardo Pardal y Pablo Huertas son apuestas de futuro. El inaccesible Consejo Europeo de Investigación, que rechaza el 90% de los proyectos que recibe, ha puesto en sus manos tres millones porque considera que ambos investigadores de la Universidad de Sevilla forman parte del futuro europeo de la biomedicina

Ricardo Pardal tiene 1,5 millones de euros y ocho investigadores para poner al descubierto la biología de una población de células madre implicadas en procesos como permitir que la respiración sea posible a determinadas alturas y con niveles bajos de oxígeno. El equipo pretende averiguar cómo se dividen, crecen y se convierten en otras. En la actualidad se está probando en animales la capacidad que tienen estas células para frenar el avance del Alzhéimer una vez trasplantadas en el cerebro.

Investigador principal del grupo Fisiopatología de Células Madre Neurales de la Universidad de Sevilla, logró en 2010 el apoyo del programa Starting Grants del Consejo Europeo de Investigación (ERC) para contribuir a la consolidación de los científicos jóvenes de mayor talento.

Este científico del Instituto de Biomedicina de Sevilla, de 40 años de edad, fue el primer andaluz en lograr un proyecto ERC. Reconoce que su gran atractivo reside en que “garantiza cinco años de estabilidad profesional y eso es muy importante en ciencia, donde todo es tan lento”.

Pablo Huertas obtuvo su proyecto apenas unos meses después que Pardal. También dispone de 1,5 millones de euros para, al frente de un equipo de 13 personas, investigar en el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (Cabimer) los mecanismos que provocan que las células al romperse reaccionen de una forma u otra. Depende de la opción que eligen se reparan o dan lugar a mutaciones en el ADN que provocan desde cáncer a enfermedades raras.

El investigador del Cabimer coincide en señalar la importancia de tener “cinco años asegurados” para despegar la carrera científica” en un momento de crisis y recortes. “Permite hacer ciencia básica, que es la más cara, y permite el acceso a una tecnología que de otra forma no podría tener al alcance”.

Lograr el marchamo ERC es una de las pruebas más competitivas y deseadas a las que se enfrentan los investigadores más jóvenes en toda Europa. La tasa de fracaso alcanza el 90%. De hecho, Ricardo Pardial recuerda que logró el proyecto al segundo intento.

“Es cierto que el Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Sevilla cuenta con servicios de apoyo muy importantes y que después ha colaborado con los viajes y desplazamientos, pero preparar el proyecto no es fácil. Luego tienes que ir a Bruselas, exponerlo y pelearte con 15 expertos europeos que te discuten lo que haces y el por qué. Fue muy duro y competitivo”, recuerda Ricardo Pardal.

Desde su punto de vista la clave está en la calidad y la experiencia “que miran con lupa”. De hecho, los candidatos a las Starting Grants deben ser directores de grupo y los examinadores tienen en cuenta las publicaciones firmadas, las ocasiones en las que han sido citados por otros científicos, las estancias que han realizado en otros centros... “Lo miran todo porque buscan a los mejores y les dan recursos suficientes para que sean el futuro de la ciencia en Europa”.

Para Pablo Huertas la clave de los proyectos Starting Grants del ERC reside en la proyección futura del candidato, el impacto de la idea que se propone y la adecuación del proyecto al perfil del investigador.

La pretensión del Consejo Europeo de Investigación reside en financiar de forma muy generosa la élite científica (Senior Grants) y apoyar a los investigadores más prometedores que están llamados a ser el futuro de la ciencia en Europa (Starting Grants). “El programa se vanagloria de ser sólo una opción de calidad, por eso nada es tan importante como esa proyección y el proyecto en sí mismo”, subraya Huertas.

 

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