Investigar en huelva

La mente ya no guarda secretos

  • El Departamento de Psicología Clínica estudia los patrones cerebrales que pueden permitir a personas incapacitadas interactuar con el entorno a pesar de no tener actividad motora y expresar sentimientos y emociones.

Investigadores del Departamento de Psicología Clínica, Experimental y Social de la Universidad de Huelva exploran la aplicación a la conducta humana de la tecnología BCI (interfaz cerebro ordenador en sus siglas en inglés). A través de un proyecto que desarrollan José Andrés Lorca, Jesús Gómez y Alberto Hernández, en colaboración con alumnos, tratan de establecer una línea directa de conexión o relación entre el cerebro y un ordenador, punteando la parte motora o muscular. En otras palabras significa que se supera el circuito normal, el cerebro actúa directamente sobre la máquina y ésta funciona sin intermediación motora. La máquina lee el pensamiento sin necesidad de transmitirle las órdenes de manera oral o táctil. Así se puede mover por ejemplo el ratón del ordenador directamente a través de un patrón específico de respuestas cerebrales sin la menor respuesta muscular: guiño, sonrisa...

¿Cómo se consigue? Lorca indica que el proyecto consiste en “recoger y marcar patrones de respuesta electroencefalográficos que por sí solos provocan movimiento”. Los programas informáticos, integrados en el conocido como brain-computer interface (BCI) con el que están trabajando, permiten definir esos patrones cerebrales concretos. El BCI detecta las respuestas o cargas eléctricas del orden de microvoltios que se producen en el cerebro. Se trata en realidad de un electroencefalógrafo parecido a los que se realizan en el ámbito sanitario pero que se aplica al BCI. Eso ocurre cuando vamos, por ejemplo, a abrir una mano, levantar un brazo, cerrar un ojo... “Todos esos movimientos son posibles a través de las cargas eléctricas que se transmiten en el cerebro y que generan las neuronas; todo ello puede leerse en el ordenador y establecer ese patrón de conducta cerebral”. El programa permite aislar dicho patrón “de todos los ruidos que hay en nuestro cerebro; en otras palabras, limpiamos ese patrón que nos interesa de todas las actividades simultáneas que en un momento determinado ocupan nuestra cabeza”. Se puede decir que cada movimiento responde a un patrón de actividad cerebral diseñado por un mapan de cargas eléctricas neuronales. Con todo ello se puede crear un perfil de actividad cerebral individual que posibilita la interacción directa y explícita con el entorno real. Esos perfiles pueden ser utilizados por la computadora de modo que esquivan las limitaciones físicas, abriendo todo un mundo de posibilidades a las personas que tengan grandes discapacidades motoras, psíquicas o sensoriales.

La interacción con objetos como sillas de ruedas, exoesqueletos o casas domóticas para personas con tetraplejia o las posibilidades de comunicación para aquellas que padecen parálisis cerebral o que se encuentran en estados vegetativos son sólo algunas de las posibilidades que esta tecnología ofrece, al dejar de lado ese componente físico que es el habitual pero que en estados tan deficitarios suponen toda una cárcel. Puede darse incluso el caso de que esos patrones cerebrales definidos por el ordenador puedan utilizarse en otras personas que carezcan de ellos; “probablemente todos compartimos en cierto grado los mismos patrones cerebrales para realizar los movimientos más elementales al menos en personas con condiciones de capacidad normal”.

Otro de los ámbitos que aborda el proyecto que dirige el neuropsicólogo José Andrés Lorca es el de la lectura de los sentimientos y emociones que en un momento dado pasan por nuestra mente. Esto es revolucionario en el mundo de la psicología. Lorca reconoce que “siempre nos hemos encontrado con un gran problema cuando abordamos el estudio de la conducta privada”. En muchas ocasiones, el único modo de acceso ha sido la palabra, es decir, lo que la persona estudiada quiere compartir de manera oral o gestual y “de ahí el psicólogo tiene que inferir sus conclusiones”. El BCI ha revolucionado este principio: “Ya no hace falta que la persona me diga cómo se siente, ya lo estoy viendo a través de la pantalla del ordenador”, incide. A través de gráficas de evolución, la pantalla muestra los procesos que en el cerebro se están dando en parámetros como calma/excitación, frustración o relajación. Como dijo un famoso psicólogo: “la frontera entre las conductas públicas y privadas no está fijada. El límite cambia con cada descubrimiento de una técnica que hace los eventos privados públicos”. 

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