Opinión

CEIA3 y el potencial de la agroalimentación

José Manuel Roldán Nogueras

Rector de la Universidad de Córdoba

Hace algunas semanas los medios de comunicación se hacían eco del crecimiento y fortaleza de las exportaciones agroalimentarias andaluzas. En ellas Italia, Portugal, Francia, Alemania, Reino Unido y los Países Bajos aparecen como los principales socios comunitarios que adquieren regularmente productos del campo andaluz, sin que ello quiera decir que carezcan de importancia las transacciones con países extracomunitarios como Estados Unidos, Brasil o Japón. Según fuentes del Instituto de Comercio Exterior (ICEX) en el periodo comprendido entre enero y septiembre de 2013, el sector agroalimentario andaluz exportó productos por un total de 5.573 millones de euros de los cuales el 78% (unos 4.351 corresponden a la UE). De los países citados Alemania es el primer destino (con 907,3 millones de euros; el 16,28 del total) seguida de Francia con 772 millones (el 13,85%). Sin embargo el país donde más han crecido las exportaciones andaluzas ha sido en el vecino Portugal con una subida de más del 19%, seguido por Francia con una subida del 18%.

En cuanto a las exportaciones extracomunitarias los principales destinos son los Estados Unidos con 231,6 millones de euros, Japón con 83,9 millones, Suiza con 77,2 millones y China con 65,4 millones. Japón es el que ha registrado un mayor incremento en sus compras , un 11,45 por ciento. Sin embargo las cifras han experimentado una baja en lo que respecta a China y Estados Unidos.

En cualquier caso las cifras vienen a confirmar lo acertado de la apuesta que en su día hicieron las universidades de Almería, Cádiz, Córdoba Huelva y Jaén, junto al CSIC y el Ifapa coordinando sus esfuerzo en torno al Campus de Excelencia Internacional de Excelencia en el ámbito agroalimentario CEIA3. No sólo por constituir un sector estratégico para la economía andaluza y española, sino por la creciente importancia que día a día adquiere en un mundo globalizado cuya población alcanzará en 2050 los diez mil millones de personas, la mayoría de ellas en países en vías de desarrollo, lo que significa una mayor presencia de las clases medias y por lo tanto del consumo de alimentos básicos.

Por otra parte la seguridad alimentaria y los métodos de tratamiento y conservación de muchos productos deberán potenciar sus mecanismos no sólo en origen, es decir en todo aquello que se refiere a producción vegetal y animal, sino también en su tratamiento industrial, control sanitario y transporte. Ello abre un campo inmenso, especialmente en el terreno formativo y en el investigador, y acentúa la necesidad de establecer programas internacionales, herramientas y redes de cooperación, procedimientos administrativos homogéneos etc….

A todo ello está tratando de responder el CEIA3 desde su creación. Y pese a la escasez de recursos de que ha dispuesto, agravada por el abandono que los campus de excelencia han sufrido por parte de la Administración, este consorcio andaluz ha logrado desarrollar diversas líneas de de colaboración con empresas e instituciones, convocar becas, crear una escuela internacional de doctorado y mantener una aceptable capacidad de captación de recursos externos, aumentando sus niveles de calidad y proyección, como lo atestiguan las evaluaciones a que periódicamente es sometido. Teniendo en cuenta además que es el único de sus características a nivel nacional, tanto por el número de universidades que lo componen como por su fuerte especialización, hay razones más que suficientes para seguir trabajando y apostando por su futuro. Tanto más cuando se está revelando como un potente dinamizador del sector, estimulando proyectos como Agrópolis en Córdoba que planea crear el segundo parque empresarial Halal de Europa, la actividad de diversos centros de Investigación en Andalucía o la presencia de empresas agroalimentarias con una importante componente de I+D+i en parques y complejos tecnológicos.

Todo ello sin olvidar la importante interacción que se da en muchos casos con otros campus de excelencia de la comunidad autónoma en los que también participa la Universidad de Córdoba u otros de sus socios y que extiende el ámbito agroalimentario hacia cuestiones de sostenibilidad medioambiental, las ciencias del mar u otros terrenos. En definitiva Andalucía no debe dejar de prestar atención a estos proyectos cuyo éxito será también el de su economía y que ofrecen bases sólidas sobre los que cimentar nuevos modelos productivos , de desarrollo sostenible y de fuerte proyección exterior con los que potenciar también el tejido empresarial y las acciones de I+D+I, imprescindibles en estos momentos. Las cifras ofrecidas son elocuentes. 

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