El hambre influye en la toma de decisiones sobre todo a la hora de comprar ya que se puede aumentar la sensibilidad del cerebro a las recompensas relacionadas con la comida, haciendo que todo lo que tiene que ver con la alimentación influya notablemente en las decisiones generales, sobre todo, a la hora de comprar. Se crea un comportamiento impulsivo y poco reflexivo de lo que realmente se necesita con respecto a la satisfacción inmediata, que puede llevar a arrepentimientos futuros. Así que hambre y compra racional no forman un buen tándem.  

Cuando una persona tiene el estómago vacío, no se para a pensar si necesita esto o aquello, ni compara los precios del mercado. Se basa en la actitud impaciente de "lo quiero". Es una decisión tomada bajo un impulso (incontrolable) y de tener algo a corto plazo. La falta de energía por la falta de comida trae como consecuencia una menor capacidad de ejercer el autocontrol y resistirse a las tentaciones. Por eso, la persona toma decisiones impulsivas y poco reflexionadas. 

Hormona del hambre

En la toma de decisiones basadas en querer la satisfacción a corto plazo, se intenta cubrir con las compras no razonadas y se debe a la presencia de una hormona que se llama ghrelina que es la "hormona del hambre" que se desarrolla en el estómago y tiene un papel muy importante en la regulación del apetito. Su nivel aumenta antes de las comidas, enviando señales al cerebro para estimular el hambre y preparar el cuerpo para introducir los alimentos.

Cuando la persona siente hambre, los niveles de ghrelina aumentan, enviando señales al cerebro para buscar y consumir alimentos. Después de comer, los niveles de ghrelina disminuyen, contribuyendo a la sensación de saciedad. Esta hormona también se encarga de regular el metabolismo y la distribución de la energía almacenada en el cuerpo. Además, su liberación está influenciada por factores como la restricción calórica, los patrones de alimentación y los niveles de glucosa en sangre.

¿Qué implicación tiene a la hora de las compras? Pues que afecta directamente al plano económico, influyendo en la toma de decisiones de las personas. La alimentación y las emociones son dos cosas que van de la mano y tienen una conexión bidireccional, es decir, la calidad de los alimentos que tomamos va ligada a las emociones que se sienten en el momento y lo que comemos nos hace sentir de una determinada manera.

Los niveles de ghrelina suben y bajan durante el paso del día. No son estáticos. Pero si te gustaría tener esta hormona controlada, debes saber que hay alimentos que calman la sensación de hambre. Así que si tienes que tomar decisiones importantes, opta por consumir alimentos, como los ricos en fibras, que ayudan a calmar la sensación de hambre y a inhibir la producción de ghrelina. Son alimentos que hay que masticarlos exhaustivamente y están más tiempo en tu estómago. ¡Puede que te valga la pena probarlos!